Capítulo 2

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Perla asistió al baile junto a sus padres y su hermana menor, Esmeralda

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Perla asistió al baile junto a sus padres y su hermana menor, Esmeralda. El acontecimiento real resultó ser muy concurrido, muchas jóvenes habían debutado en sociedad esa noche. Sin duda, el tío Brandon estaría trabajando para mantener la seguridad del Palacio de Buckingham junto al resto de los agentes. Ella, en cambio, estaba de descanso. Un descanso obligado. 

Pese a su descontento con la situación, no mostró su aborrecimiento al resto de los presentes. Con mucha elegancia y un vestido de seda blanca, anduvo entre sus amigos y conocidos. Habló y se mostró cordial con todos y cada uno de ellos, incluso con los que menos le agradaban. Su madre fue la encargada de rellenarle la tarjeta de baile mientras que su padre vigilaba a Esmeralda. Desde que sus dos hermanas se habían casado con los bandidos de Bristol, los condes se habían vuelto más estrictos. 

—¿Es necesario que baile con todos estos caballeros? —preguntó ella a media voz, con la tarjeta de baile en la mano. 

—No voy a permitir que una de mis hijas se quede en casa como una vulgar solterona —replicó la condesa, haciendo bailar su pelo rojo mientras hablaba con énfasis—. Todo progresismo tiene un límite. 

—A veces pienso que solo eres progresista cuando se trata de tus asuntos —dijo Esmeralda, contundente. 

—Por favor, mis tesoros... No discutáis en público —pidió el conde antes de que su esposa pudiera aleccionar a Esmeralda por su impertinencia. 

Enmudecieron al mismo tiempo en el que lo hizo el salón. La llegada de dos caballeros acaparó la atención de los asistentes: eran los Colligan. Los sobrinos del actual Marqués de Bristol acababan de llegar. El mayor era Tim, el cuarto en la línea de sucesión del marquesado de Bristol. Y el menor, aunque muy pocos lo conocían, era el Barón de Bristol por cortesía. 

 Las jovencitas empezaron a hablar con voz más alta de lo que era habitual. Estaba claro que querían llamar la atención de los recién llegados. Los hombres se tornaron un poco más arrogantes, sintiéndose insultados. Y las damas de más edad tomaron posiciones para acorralar a sus nuevas presas. Para nadie era desconocida la intachable reputación de Tim y, por supuesto, su fortuna. El hermano era una incógnita, pero era un joven noble, apuesto y con demasiados puntos a su favor como para ignorarlo. 

¡Dos buenos partidos para las debutantes! ¡Recién llegados! ¡Carne fresca! 

Perla no supo si mofarse o irritarse por la actitud general de la aristocracia. Gracias a Dios, la reina todavía no había comparecido y no presenció tan lamentable escena. ¡Era una cacería! ¡En pleno palacio de Buckingham! ¡Qué ridículo!

En su opinión, no deberían haberse tomado tantas molestias. Tim no habría puesto una expresión más apática si hubiera estado observando un salón lleno de insectos. ¡Arrogante y petulante! Nunca le había gustado ese hombre. Le crispaba los nervios. Le caía mal, le resultaba cargante y estaría muy contenta si no tuviera que coincidir con él nunca más. 

Lady Perla y el Caballero de BristolWhere stories live. Discover now