En donde Kyra decide buscar la libertad en un mundo que lleva en guerra cien años.
Avatar: The last airberder es de Michael Dante DiMartino y Bryan Konietzko.
(Zuko x Oc)
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SIEMPRE dicen que el día en el que te casas pasa a ser uno de los más felices de tu vida, ver a tu familia reunida, pasarlo bien con tu pareja, estar con tus amigos y seres queridos, igual por eso a Kyra no le gusta este día.
¿Que amigos tiene? tres, bueno dos, que Katara y ella están enfadadas cierto, a Yue no la dejaron venir, y no quiere que un niño como Aang vea este momento, ¿familia? la gran mayoría muerta gracias por preguntar, ah y la que le queda la vendió al mejor postor, ¿la familia de su futuro marido? da asco, todos menos Kara.
Dulce Kara, pensó Kyra recordando las palabras que le dijo aquella noche, sí por mí fuera esta boda no ocurriría.
Los pensamientos de la chica eran un desastre, estaba a minutos de su boda, y lo único que quería era quemarse viva, no soportaría esa vida, no podría vivir así.
Sería fácil acabar con todo, pensó en un momento de debilidad, solo tirarme al agua serviría, o hacer cualquier otra forma, pero si lo hago tiene que ser con eso.
Kyra se movió por su casa a paso lento, sintiendo el frío que había por la zona, sintiéndose cada vez con más ganas de llegar a la habitación donde se encontraba ese objeto, la de su padre. Mientras caminaba fue observando todos los muebles, y antigüedad que ya estaban la primera vez que ella vino a vivir aquí, al llegar a la puerta la abrió con timidez, años sin estar en la habitación para luego entrar para buscar una pulsera.
Su padre le había contado que se la había hecho su madre, y que le correspondía conseguirla cuando se sintiera por primera vez en la luna del amor, ese momento mágico en el que estas con tu persona feliz.
Por desgracia para Kyra ese momento tardaría en llegar.
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Lo primero que vio al abrir la puerta fue una capa de polvo, con la cuál se atragantó y después oscuridad.
—Supongo que si lo hago sin nadie delante podría...— murmuró Kyra para segundos después encender una pequeña chispa en su mano, el calor era reconfortante y por un momento se preguntó si eso realmente podía causar la muerte.
