Cuento sin título

1 1 0
                                    

En el tenebroso recinto apenas entraba un rayo de luz. Una repentina ráfaga de viento le trajo un desagradable olor a ungüentos y medicinas. Al dar un paso, sintió el roce de alguna criatura que escabulléndose, reclamaba por la intrusión a sus dominios, golpeando en medio de su carrera enloquecida algún objeto metálico que permanecía en las sombras. Su corazón empezó a latir muy a prisa, mientras imaginaba en las paredes fuera de su alcance, manchas de sangre y huellas de manos de los infelices que hubiesen sido víctimas de aquel lugar. Ocasionalmente logra escuchar el suave goteo de algún líquido que ha empezado a formar un charco a corta distancia de su lugar. Sin poder reprimir un escalofrío, el recuerdo de lo sucedido hacía tantos años, volvió a su memoria de golpe como si una bala perdida le hubiese alcanzado. Podía recordar claramente los ojos satisfechos de los médicos que lo rodeaban, mientras le inyectaban diferentes medicamentos, manteniéndolo amordazado para evitar que gritase. Instintivamente tocó sus brazos, en los lugares donde tenía las marcas de las agujas que le habían clavado, todavía podía sentirlas cuando el recuerdo lo asaltaba ocasionalmente. 

Demoró unos minutos en controlarse, respirando agitadamente en silencio, poco a poco hasta que pudo pensar con claridad. Tras sacudir la cabeza dio un paso más, tanteando el camino para no tropezar con nada que pudiese resultar peligroso o evidencia de lo que sospechaba que se hacía en aquel lugar. Al estirar nuevamente los brazos, logra rozar la pared frente a él, en las yemas de sus dedos el tacto con el muro, se siente grasoso, como si hubiese una sustancia que lo cubría... ¿o era su propio sudor?... la imagen de las marcas de sangre en las paredes, volvía a amenazar su imaginación, sin embargo avanzó un paso más, sintiendo que pateaba un pequeño objeto en el piso. Agachándose con cuidado, buscó a tientas el objeto, logrando encontrarlo entre restos de telarañas y la sensación de algo que lo humedecía. Al tomarlo en su mano, se puso de pie y lo acercó a su rostro, forzando su vista para revisarlo... al instante lo dejó caer y retrocedió horrorizado. Un zapato de bebé, que pertenecía a una niña, lo paralizó de inmediato. En un lado del zapato, estaba cosido en hilo, el nombre "Abra", levantó sus dedos hacia el delgado rayo de luz, confirmando que lo que sintió humedecer el zapato, era sangre... Su hija había estado en aquel lugar, no mucho antes y quizá hubiese sido una víctima más, tal como lo fue él en su niñez

Con esta idea en mente, ignorando la angustia que lo invadía, empezó a recorrer la habitación, tocando la pared para guiarse, hasta encontrar una puerta que aparentemente daba acceso a otra sala... intentó forzarla, pero la cerradura no cedía, fuera de la puerta, el susurro del viento parecía sonar como el llanto de un bebé, por lo que ya fuera de sí, tiró su cuerpo contra la puerta para romperla, consiguiendo solo romper un pequeño trozo de ella. Al asomarse por la grieta que había creado, pudo ver en un pasillo con luz intermitente, al mismo médico que lo había torturado a él años atrás, llevando en sus brazos el pequeño cuerpo cubierto de sangre de una niña que permanecía inconsciente. En los pies inertes, llevaba solo uno de los zapatos, mientras el cabello castaño le cubría parte del rostro

-Llegaste muy tarde- Dijo el médico antes de empezar a caminar alejándose –Si tan solo hubieses tardado menos, quizá la habrías recobrado con vida- Al decir esto, el médico se alejó caminando por el pasillo, mientras los gritos de David, resonaban desesperadamente

Un destello de luz lo cegó por completo, pero al abrir los ojos, se encontró en una cama de hospital, no llevaba agujas en los brazos y las lágrimas incesantes fluían desde sus ojos. Grito desesperadamente llamando a Abra, intentando llegar a ella, pero cuando logró enfocarse, encontró al médico que había visto en el pasillo, sentado muy tranquilamente junto a él

-Fue otra pesadilla ¿verdad?- Dijo el médico mirándolo preocupado –Creí que el tratamiento hubiese funcionado, pero las alucinaciones continúan. Debo decirte David, que a este paso, no tendré otra opción que recomendar tu internamiento permanente. Tu estado ha llegado a ser un peligro tanto para ti, como para tus seres queridos y el hecho que sueñes constantemente con Abra, me revela el conflicto que aún no logras superar- El médico notó que David quería replicarle, pero su respuesta le cerró la boca –Lamentablemente David, no eres capaz de afrontar el hecho, que fuiste tú quien mató a tu hija- Este último argumento, dejó a David sin capacidad de reacción, entonces... todo empezó a volver a su memoria... la sensación cálida del cuerpo de su niña, su alegría al verlo... y el horrible sonido de sus pequeños huesos cuando David, preso de un arranque de rabia incontrolada, empezó a golpearla sin cesar hasta que finalmente la niña dejó de respirar

Cuento sin títuloWhere stories live. Discover now