Prólogo.

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AVISO: Contenido sensible. Incluye temas polémicos, al igual que violencia, sexo, suicidio, muertes, traumas. No recomendable para menores.
Leer bajo propia responsabilidad.

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Acabó el sexo.

Acabó mi vida.

No fue la primera fiesta en organizarse en mi barrio-ni mucho menos- y, como de costumbre, yo me encontraba en el núcleo de ésta ya que se organizó en torno a mí.

Un hospital a medio construir destruido por nosotros se convirtió en nuestro hogar. Mi segunda casa y el punto de encuentro.

Los escombros ambientaban un botellón salvaje y un local abarrotado. El humo que desprendía el tabaco era nuestro oxígeno, nuestro medio. El tremendo olor a alcohol y el sabor que depositaba en el paladar era la vitamina que nos alentaba a vivir.

Con una botella de cristal entre las manos, percibí una caricia alrededor del cuello que pronto tornó en un agarre dominante que me giró bruscamente hacia aquella persona. Ésta rompió la distancia que había entre ambos en un beso fiero y amenazador.

No cerré los ojos. Nunca lo hago. Decidí que jamás me mostraría tan sumiso a alguien antes de que me llevase a la cama ya que mostraría placer y disfrute en un simple roce. Era imposible que alguien consiguiera hacerme sentir eso. Ni siquiera el permiso que le di a la lengua del chico me conseguía excitar lo suficiente. Un beso como aquel, por muy feroz que hubiese resultado, solo significaba una invitación a lo siguiente para mí.

Ya era habitual. Me alimentaba de besos sin sentimiento y vivía a base de sexo y droga. Mi lema siempre fue: "Cuando lo pierdas todo, siempre te quedará la muerte"

Y así será. Cuando mi cuerpo deje de soportar esas sustancias y pierda su naturalidad, se acabará el sexo , y con ello, mi vida o la de cualquier otro. No tengo nada más que valorar en ella, así que viviré lo que me quede siguiendo mis principios.

El joven de cabello de un bello castaño claro me hizo una propuesta nada diferente a todas las demás, cosa que acepté sin pensármelo siquiera y dejé que me condujera hacia una sala vacía. Había muchas, realmente, pero la mayoría estaban ocupadas por varias personas a la vez. También había probado ese tipo de experiencias y se podría decir que eran ligeramente diferentes a hacerlo uno a uno. Pero, al parecer, este chico no quería involucrarse en ello. Durante el tiempo que tardamos en llegar, no borró la perversa sonrisa que tenía dibujada sobre el rostro e incluso permaneció con la misma mientras me observaba bajarme los pantalones sin ningún tipo de complejo y girarme apoyándome sobre un mueble aleatorio que encontrase en el lugar.
De formar parte de mi horario de trabajo me habría esforzado más en satisfacer a un cliente pero mis ganas de hacer labor extra en este campo eran nulas. Personas más lanzadas me solían cambiar de posición para variar. Sin embargo, no me importaba lo que hiciera éste porque era como cualquier otro polvo que me echase.

Pasajero.

Esperando a que introdujera su miembro erecto, el chico se colocó detrás de mí recorriendo con una mano mi espalda mientras levantaba la camiseta que llevaba puesta.

- Sabes, no deberías dejar tu culo a cualquiera a quien le apetezca satisfacerse contigo - le oí decir entre algunas risas sarcásticas -. ¿Tus padres no te lo han enseñado?

Durante los segundos que dudé entre las posibles intenciones que podría tener el extraño, éste introdujo algo poco familiar en mi entrada, algo que se adentraba en lo más profundo de mi ano y me arrancaba algún que otro grito de dolor.

Algo iba mal.

-¿No te parece que hace buen día hoy? - formuló sin esperar una respuesta a cambio mientras apretaba el lateral de mis caderas -. No le daré uso a este paraguas al final, pero tal vez tú sí que necesites ocultarte de la sangre después de esto. Lo abriré por ti.

Un indescriptible dolor inundó mi cuerpo en el momento en el que el extraño presionó el botón y sentí como si el mundo se derrumbara sobre mí cuando una sensación de desencaje en los huesos se apoderaba de mis entrañas.

-No volverás a exponerte a nadie de esta forma, maricón.

Fue lo único que escuché cuando perdí la consciencia ayudado por el alcohol y el tabaco, y caí a la profundidad del abismo tras mis últimos gritos de agonía que me llevaron a la nada.

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Solitaria realidad [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora