Epílogo.

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2 años después…

No puedo creer que ya solo me encuentre a un paso del altar, sí, yo, quién hasta hace 4 años era una atea, estoy en la iglesia a punto de casarme y soy feliz con ello, porque voy a casarme con la mujer de mi vida, claro tuvimos que hacer de todo porque a esta actualidad todavía es un caos el tema del matrimonio del mismo sexo en las iglesias, miro el lugar y están todas las personas que amamos... y estoy demasiado nerviosa.

San: ¿Nerviosa? – alzo la mirada y asiento, mientras Sandra se ríe – es normal también lo pase hace un año – me reí recordándola –
Ro: Lo recuerdo casi te daba una crisis porque Moni no llegaba – nos reímos –
San: Así como tú en estos momentos – asentí sin creerlo – ¿tienen lista la luna de miel? – sonreí pícara y me mordí el labio inferior –
Ro: Hawái dos semanas, porque mi futura esposa esta estudiando y mi jefe sólo me permitió eso – Sandra bufó –

Comenzaron a sonar las campanas, venía la novia y todos volteamos a la puerta, me siento desfallecer al verla, vengo en vestido y jamás podría verme tan hermosa y perfecta como mi futura esposa, tiene un vestido blanco con un escote pronunciado, algunos detalles sencillos, largo y es realmente hermoso y en ella aún más, mis ganas de llorar nacieron al verla acercarse mientras me sonreía y se le formaba aquellos hoyuelos que tanto me enamoran, y sus ojos brillan.

Juan: La dejo en tus manos hija, que Dios las bendiga – asentí y le guiño un ojo para que luego el señor Juancho se fuese a sentar –
Ro: Estás preciosa – le susurré y me lanzó un beso –
Jul: Tú estas provocativamente hermosa – me reí y dimos frente al padre –
Padre Joseph: Hoy comenzamos esta ceremonia, donde uniremos en santo matrimonio a las señoritas Rocío Fuentes y Julieth Ponce.

La ceremonia se llevó a cabo con total armonía, las madres Victoria, Daniela, Jordana y Sonya fueron las monjas que acompañaban al padre Joseph para oficializar la boda, mientras Kenya, Catherine y Luciana cantaban.

Padre Joseph: Sí hay alguien que se oponga en esta ceremonia, que hablé ahora o que callé para siempre.

Recordé cuando hace dos años la robé para que no siguiera en esa pesadilla, no podía permitir que todo fuera de esa manera, volteé a verla y sonreímos instantáneamente, sabía que también lo recordó, en esta ocasión nadie se opuso y el padre siguió la ceremonia.

Padre Joseph: ¿Rocío Aimee Fuentes Davis aceptas como esposa a Julieth Ponce para amarla y respetarla hasta que la muerte las separe? – sonreí mostrando mis dientes –
Ro: Acepto padre, claro que acepto – volteé a verla y sus ojos brillan, aparte que están cristalizados –
Padre Joseph: - volteó a verla – ¿Julieth Elizabeth Ponce Grau aceptas como esposa a Rocío Fuentes para amarla y respetarla hasta que la muerte las separe? – una lágrima rodó por su mejilla y me miró intensamente –
Jul: Acepto padre – sonreí aliviada –

Rubí y Padrón nos entregaron los anillos mientras el padre nos ofreció decir los votos de amor, sonreímos y comenzó Julieth.

Jul: Yo, Julieth Ponce quiero acompañarte en este camino llamado vida, para ser tu muro en la adversidad, celebrar las alegrías, llorar las tristezas, curar las enfermedades, te amo hoy, mañana y siempre, y más allá de la muerte quiero estar a tu lado, en las buenas, en las malas, en las adversidades, en el llanto, tristeza, enfermedad y alegría, celebrar nuestro amor cada día hasta el último día – a estas alturas yo soy un mar de lágrimas y Jul me colocó el anillo, era mi turno –
Ro: Yo, Rocío Fuentes – dije con la voz entrecortada – quiero acompañarte en todo lo que desees realizar, te amo y quiero estar a tu lado en las buenas y malas, triunfos y adversidades, enfermedades y salud, quiero que pase lo que pase luchemos juntas, nos protejamos, nos cuidemos, nos amemos – ambas llorábamos y le coloqué el anillo –

Ella, mi salvación... Yo, su perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora