Capítulo 1. El sueño.

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Son las cinco de la mañana, y como todos los 12 de diciembre desde hace 5 años, me despierto sin aliento y con ese sudor frío recorriendo todo mi cuerpo. Se ha convertido en una especie de rutina, y debería estar acostumbrada, pero todo parece tan real...

Fui testigo del asesinato de mis padres el día 12 de diciembre del 2014, a las once y cuarenta y tres de la noche.

Lo recuerdo todo perfectamente. Los gritos de mi madre pidiendo piedad, los ojos llorosos de mi padre mirándome desde el suelo del salón, la mano casi esquelética del asesino... No hay ni un solo detalle que se me escape. Pero ¿Quién iba a creer a una niña de 12 años que acababa de pasar por semejante tragedia?

Me encontró el cartero a las 7 de la mañana, tirada en el suelo, inconsciente y con un brazo roto.

Dos días después me desperté con un yeso cubriendo la mitad de mi brazo izquierdo, una mascarilla de oxígeno y unos cables pegados al pecho. Intenté doblar los dedos de las manos, pero apenas tenían movilidad. Entonces una enfermera entró en la habitación, y al verme despierta, llamó al doctor. Este ordenó que me quitaran la mascarilla, pero decidió dejar los cables activos por si acaso.

Tras un chequeo completo y un par de preguntas dijo que estaba sana, y que, a pesar del brazo roto, era un milagro encontrarme en tan buen estado. Él lo llamó milagro... Y para mi no era más que un castigo, una odiosa y repulsiva broma del destino.

Yo no respondí. Me sentía tan confusa y consternada que apenas podía vocalizar monosílabos... '' Si'', ''no'', ''mal'', ''bien''... Era lo único que podía decir.

Toda mi vida se había desvanecido en cuestión de segundos... Y nunca mejor dicho, pues, la casa en donde había crecido ya no era más que cenizas. Ya no tenía familia, y por ende, tampoco un hogar... Y por si eso fuera poco, estaba a punto de perder lo único que me quedaba: la razón.

Tres días después de recuperar el conocimiento, dos inspectores de policía irrumpieron en la habitación y pidieron permiso para hablar conmigo:

- Necesitamos saber todo lo que pasó esa noche, Adhara. Cualquier detalle es importante.- El inspector parecía realmente interesado en el caso de mis padres, pero ese interés duró poco.

- Estábamos cenando en el salón...- Me temblaba la voz. El mero hecho de recordarlo me ponía los pelos de punta, pero aún así continué.- Como todos los domingos pusimos una peli antes de irnos a dormir... Era mi turno, así que escogí El viaje de Chihiro... Es mi peli favorita... Mi madre había subido poco antes de empezar a verla. Dijo que le dolía la cabeza. Así que mi padre y yo nos quedamos solos en el salón. - Estaba apunto de llegar a la escena clave...- Entonces sonó el timbre... - Mi voz se quebró de pronto.

- ¿ Quién era?

- No lo sé.

- ¿ No le viste la cara? ¿Su ropa? ¿ Su ...- No lo dejé terminar.

- Sé como era. Lo recuerdo todo. Recuerdo su pelo, su ropa, su cara...

- ¿ Y bien...?

Me quedé en silencio durante un tiempo. Y después de pensarlo con detenimiento proseguí con el relato.

- Mi padre se levantó sobresaltado. Y entonces empezaron a golpear la puerta. Mi madre se despertó y bajó las escaleras lo más rápido que pudo...

>> Ambos atrancaron la puerta con uno de los muebles que había en el salón, y al terminar, mi madre me cogió en brazos y me subió hasta el estudio... Todo sucedió tan rápido que no me dio tiempo a reaccionar.

- Continúa.- Ahora no era solo el inspector quien estaba prestando atención. Su compañero dejó el móvil sobre la mesa y se incorporó para escuchar mejor.

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