Capítulo 26

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2002

El pequeño tocaba la puerta de la habitación de su madre. Insistente era el llamado hacía la mujer que parecía seguir durmiendo. Tomó la perilla abriendo la puerta. Entrando a la habitación encontró el olor del lícor y el cigarrillo combinados. Era tan fuerte el olor que le provocaba náuseas y dolor de cabeza. El niño se acercó hasta su madre que se encontraba durmiendo en la cama. Comenzó a moverla despacio.

—Mamá. Tengo hambre. –comenzó a sacudirla para que despertara.– ¡Tengo hambre! –alzó la voz. Su madre apenas se removió, pero no despertó.

Salió de aquella habitación directo a la cocina. Tomó una de las sillas del comedor y la empujó hasta la alacena. Subió a la silla, luego a la barra de la alacena para alcanzar las ventanillas más altas. Estaba descalzo. Abrió una de las ventanillas encontrándose con la caja de cereal que tanto le gustaba. Intentó sacarla de ese lugar. Y por accidente terminó empujando un frasco de vidrio que se estrelló en el suelo. Miró el objeto que se encontraba en el piso sin decir o hacer algo.

—¿Jun? ¿Qué pasó? –su madre se levantó encontrando al niño sobre la barra y viendo como el frasco estaba quebrado en el suelo.– Demonios, Jun. ¡Eres un inutil! –La mujer bajó al niño bruscamente hasta dejarlo en la parte del suelo que no tenía vidrios. El niño nunca soltó la caja de cereal y la abrazó.– Tendré que limpiar esto por tu culpa. –fue por la escoba y el recogedor para limpiar el desastre.

—¡Tengo hambre!

—¡Ya te escuché! –su madre alzó la voz provocando que el niño comenzara a llorar. Tomó un plato junto con la leche y la dejó en la mesa.– Anda, sírvete, ¡pero cállate que me da dolor de cabeza!

– Anda, sírvete, ¡pero cállate que me da dolor de cabeza!

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2009

El adolescente Jun tenía contra la pared a un chico de su misma edad. El chico intentaba forcejear para huir de ahí, pero no podía por la fuerza que ejercía Jun. Al ver esto, comenzó a golpearlo en el estómago con su puño.

—Eres inservible. –lo soltó dejándolo en el suelo.– Deberías tener cuidado al momento de hablar. –lo pateó en el estómago provocando que se quejara por el dolor.– Pídeme disculpas.

—Lo siento. –murmuró.

—¡No te escuché! –alzó la voz esperando que volviera a repetir sus palabras.

—¡Basta Jun! –Soonyoung se acercó para detener a su amigo. Al tomar su muñeca este lo apartó con brusquedad. Jun miró a Soonyoung, y este, observó el rostro lleno odio y enojo que había.– Jun...

—Vete. –se sintió intimidado por su amigo que dio un par de pasos hacia atrás.– ¡Habla!

– ¡Habla!

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2013

Jun terminó de arreglar sus cosas para salir de su habitación. Cerró la puerta detrás suyo, caminó hacía la cocina encontrando a su madre en mal estado. Embriagada, desmayada en el comedor. La miró con asco. Tomó las llaves de su casa, salió y se fue.

Caminó a la escuela como todos los días. Todo en él era monótono porque así lo deseaba. Su vida se basaba en preocuparse por él. Odiaba el sentimiento de amor, odiaba el sentimiento de sentirse bien. Odiaba todo lo que parecía ser perfecto. Su vida era miserable. ¿Por qué la vida de los demás tenía que ser perfecta? Ese, siempre fue su pensamiento. Creyó que nada en él sería bueno. Pero se equivocó.

La llegada de Wonwoo a su vida como su mejor amigo, cambió muchos pensamientos de él. Era capaz de cambiar solo por él. Pero estaba confundido. Wonwoo hacía salir una parte que no conocía de sí mismo. Wonwoo era... la primera persona que fue amable con él. Tuvieron sus diferencias a lo largo de los años, se odiaban. El día que lo vio llorar se dió cuenta que no todos eran perfectos. Era lamentable, al igual que él. Por eso, no podía pensar que Wonwoo podría dejarlo. Le gustaba tenerlo cerca, le gustaba Wonwoo. Y sin embargo, no podía hacer nada ante ese sentimiento. Mas que huir y dejarlo atrás.

—¡Jun! –despertó de sus pensamientos viendo a Myeongho que estaba sentado a lado de él en el club de teatro.– ¿Estás bien? Pareces perdido.

—Lo siento, Myeongho. –murmuró.

—¿Por qué te disculpas? ¿Volviste a pelear con tu madre? –Jun se quedó en silencio mirando el lápiz que tenía en la mano.– ¿Quieres quedarte esta noche conmigo?

—Por favor... –miró suplicante. Myeongho se acercó sin que nadie los viera. Tomó el rostro de Jun para dejar un pequeño beso en sus labios. Tomó su mano para entrelazarla con la suya. 

(9/10)

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El color de la vida - SEVENTEEN Where stories live. Discover now