𝓐𝓺𝓾𝓮𝓵𝓵𝓪 𝓶𝓪𝓻𝓬𝓪 𝓮𝓷 𝓮𝓵 𝓬𝓪𝓵𝓮𝓷𝓭𝓪𝓻𝓲𝓸

1.1K 111 12
                                    

Aquella ciudad había sido nuestra casa durante mucho tiempo, vivíamos en las calles y la gente nos conocía por eso, la rutina de las mañanas, recuerdo a la señora Martina, una mujer que trabajaba en una frutería por la que pasaba todos los días para ir a trabajar o incluso antes de poder hacer algo cuando era más pequeño y caminaba por la zona, ella nos conocía de toda la vida, especialmente a mí. Como ella había más gente así, pero a ella la recuerdo por ser la única persona considerada, nos daba la fruta que sobraba y muchos días pudimos comer algo gracias a ella. Pero ese día fue diferente, era lunes a primera hora, Horacio iba medio dormido mientras caminabamos hacia el trabajo y solo yo me di cuenta de la presencia de la policía en la tienda de Martina, no dudé en acercarme, pero la señora me hizo un gesto con la cabeza para que no lo hiciera. Me quedé en una esquina mientras esperaba que la policía se fuera del local.

- Gustabo, vamos a llegar tarde ¿que haces?

La voz de horacio me recordó su presencia y le hice un gesto para que se callara. Pasaron alrededor de quince minutos y cuando me aseguré de que la policía se había largado caminé hacia el interior de la frutería.

- Señora Martina ¿que ocurre? -dije cuando la mujer entró en mi campo de visión.

- Gustabo, cielo, la policía te está buscando.

Esas palabras... me hicieron quedar en blanco, y cuando miré a Horacio estaba pálido, no esperaba eso en absoluto, sobre todo porque no he vuelto a robar nada desde que empecé a trabajar y de eso hacía ya unos años. Miré al suelo extrañado y luego a la señora.

- ¿Por qué?

- Me han enseñado unas imágenes, eras tú caminando por un vecindario, estabas cubierto de sangre y vestido con una ropa rara, en ese vecindario se han documentado ocho muertes esta mañana.

Escuchar aquello me hizo sobresaltar, mi reacción fue salir corriendo hacia el almacén donde dormiamos, yo no recordaba levantarme en toda la noche, ni siquiera me molesté en esperar a Horacio. Entré en el baño y me puse pálido, la ducha estaba llena de sangre y en el cesto había un conjunto de ropa que no recordaba haber comprado que también estaba llena. Me tiré al suelo mientras abrazaba mis rodillas, era una sensación muy extraña ¿Yo había matado a esa gente? Todo a mi alrededor se volvía negro, tenía un nudo en la garganta y empecé a respirar rápido. Solo levanté la vista al sentir unos brazos rodearme, miré a esos ojos bicolor que me miraban en silencio.

- Chicos, haced las maletas.

La voz de la mujer invadió la habitación y me levanté rápido, recogí todas mis cosas y Horacio no tardó en hacer lo mismo, cogí mi cartera con los ahorros que tenía y miré a Horacio, él me asintió y salimos del lugar. Había un coche en la entrada, Martina estaba dentro y salió, dándome las llaves del vehículo.

- No puedo aceptar eso, demasiado que no me ha entregado a la policía.

- Acéptalo, por favor.

Horacio abrazó a la mujer y yo me quedé viendolos unos segundos, luego ella me abrazó a mí metiendo las llaves en mi mano.

- Cuídense mucho ¿sí? Os he dejado algo en la guantera y teneis algo de comida y agua en los asientos de atrás.

- Muchas gracias señora, es usted una gran persona.

- Quieranse y no se separen nunca, juntos sois geniales.

Charlamos un poco más dando las gracias y luego nos montamos en el coche, nos alejamos de allí con rapidez, vi la ciudad a lo lejos y el aroma de pino de sus calles desapareció. Horacio fue quien abrió la guantera para sacar lo que dijo la mujer y un sobre amarillo sobresaltó entre los papeles.

- No me jodas...

La voz de Horacio me hizo mirar de reojo lo que estaba viendo y este me enseñó un taco de billetes. Una nota estaba en el fondo y la sacó para leerla.

- "Lo primero que tengo que decir es que por nada del mundo intentéis volver para darme el dinero, van cinco mil dólares, no he podido daros más, buscad un sitio donde vivir y comprense una casa. Voy a echar de menos vuestro saludo todas las mañanas. Gustabo, no dejes que el brillo de Horacio se apague y Horacio, asegúrate de que Gustabo esté bien para que siga cuidandote como lo ha hecho siempre, gracias por alegrar la ciudad durante tanto tiempo, siempre sereis bienvenidos en mi frutería, espero volver a veros, con cariño Martina"

La sonrisa en la cara de Horacio me hizo sonreir un poco. Horacio activó la radio unos minutos después, la voz del noticiero inundó el coche con una facilidad sorprendente "Esta mañana, se ha encontrado el cuerpo de ocho adolescentes asesinados, pertenecientes al equipo de fútbol que ganó el campeonato esta misma sem-" Horacio cambió la emisora, no le hacía falta escuchar nada más.

- No volvamos a mencionar esto, ignora que eso haya pasado.

Este puso música después de hablar, música alegre y movida. El camino se hacía amplío mientras el cantaba y bailaba y recuerdos agridulces de nuestra infancia se hacían presentes en mi cabeza mientras más lejos de aquella ciudad estaba. Realmente ese día no paramos de avanzar, solo paramos algunas veces en gasolineras al borde de la carretera para comprar y ir al baño, pero paramos cuando la noche se hizo pesada. Paramos en un parking de camiones, nos colocamos en una esquina para no molestar y tumbamos los asientos hacia atrás para dormir. Cubrí a Horacio con una manta y yo me quedé mirando hacia el techo del coche. No entendía nada de lo que había pasado, no recordaba haber hecho nada de lo que había escuchado, ni si quiera recordaba levantarme a mitad de la noche o pisar el baño. Creo que Horacio se dió cuenta de que mis pensamientos me estaban comiendo la cabeza y se tiró encima mía. Nos cubrió a ambos con la manta y se acomodó.

- Si sigues dándole vueltas no vas a poder dormir y si no duermes no vas a tener energía para seguir conduciendo.

- Horacio, deberías estar asustado de mí.

- Yo no me puedo asustar de ti, te conozco y se que no me harías daño.

- Pero yo no recuerdo hacer esas cosas.

- Ya investigaremos eso, ahora tranquilizate y duerme un rato.

Las caricias de Horacio me calmaron esa noche y pude dormir tranquilo. Aquella fue la primera noche desde hace muchos años que las circunstancias para dormir se complicaban. Fue nuestro primer día huyendo, quien me diría que no dejaríamos de uir nunca.

×𝑈𝑛𝑜 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑣𝑢𝑒𝑙𝑣𝑒 𝑎 𝑑𝑜𝑛𝑑𝑒 𝑝𝑒𝑟𝑡𝑒𝑛𝑒𝑐𝑒× 《Gustacio》Where stories live. Discover now