Me encuentro en una noche cálida, de septiembre, donde el reloj avanza y no soy consciente de ello, pensando en todo lo que me hizo estar aquí, sintiéndome de esta manera.
La verdad, no sé por qué pero hoy me siento un tanto nostalgica. Después de unas semanas he vuelto a tener la inspiración suficiente como para decidir escribir y plasmar mis sentimientos en un par de palabras.
Me quedo a oscuras, alumbrada por la pequeña lámpara de mi habitación sintiendo un vacío que recorre todo mi cuerpo. Desearía saber cuál es la causa de esta sensación pero se siente borroso. No consigo llegar al nacimiento de ese yo, donde todo empezó a volverse oscuro y cada vez cuesta más ver una ranura de luz.
Estoy escribiendo palabras sin sentido, sin ningún orden, pero es justo así como me encuentro, sin sentido, sin orden.
Obsevo la luna, que asoma la ventana de mi habitación diciéndome que todo estará bien. No sé si me estoy volviendo loca o si confiar en ella, tengo miedo.
Pido ayuda con un grito en silencio donde me inundo en un océano de lágrimas y que me traga al más oscuro vacío, donde encuentro mi alma, atrapada en una marea negra. Me pide ayuda, pero sin ella no soy nada.
Sigo escribiendo palabras al azar, como me vienen y van. No sé que digo, pero tampoco qué pienso, solamente me dejo llevar.
Supongo que confiaré en la luna.
