tres

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─Ya llegué

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─Ya llegué

Me removí en mi cama cuando escuché la aguda voz de HueningKai desde la sala. Gruñí, mi cabeza me daba vueltas y todo mi cuerpo se sentía tan entumecido dejándome en claro la buena cruda que traía encima, pero eso no evitó que una pequeña y alegre sonrisa se dibuje en mi rostro cuando repasé mentalmente que HueningKai me había avisado que acababa de llegar, esa era una rara costumbre nuestra, imitando familias caseras en su mayoría asiáticas, suelen avisar que llegan al lugar con un grito desde la puerta, nosotros hacíamos lo mismo.

Me senté en mi cama con la intención de recibirlo y preguntarle qué tal le fue en su clase larga de ese día, al parecer, por la poca luz que entraba por la ventana, había tardado más de lo debido porque ya era de noche. Me maldije mentalmente al no haberme despertado para ir a recogerlo, cuando un pensamiento fugaz cruzó por mi mente.

«HueningKai y yo terminamos ayer»

Apoyé mis pies en el frío suelo y pasé mis manos por mi rostro con cierta hostilidad, quizás me iba a costar un poco más de tiempo el acostumbrarme a llamarlo "ex", aunque él parecía más que tranquilo al respecto.

Negándome a perder la amistad con la maravillosa persona que HueningKai es, me coloqué mis zapatillas y no fue hasta que quise levantarme de la cama que noté mi completa desnudez apenas las sábanas se quedaron sobre el colchón y abandonaron mi cuerpo.

¿Qué demonios? ¿Cuándo?

─Mmm.

─¿Qué?

Escuché un gemido de molestia de dentro de mí misma habitación, seguro habría pegado el grito al cielo de no ser porque sonó como un gemido femenino, de chica. Puedo haber estado con un hombre por tres años, pero no por eso le temeré a un fantasma con voz de mujer, venga, soy más hombre que eso.

Me giré lentamente, sorprendiéndome al ver mi cama moverse mientras mis sábanas eran jaladas por unos pálidos y delgados brazos.

Yeji.

Rodee la cama hasta asegurarme que era ella, con todos sus cabellos despeinados, apoyando su cabeza en mi almohada -dónde, cabe aclarar, antes dormía HueningKai-, y su otro brazo totalmente estirado, no tenía que sumar ni dos más dos para darme cuenta que estaba tan desnuda como yo.

Los recuerdos de lo que sucedió llegaron a mí en segundos, aturdiéndome lo suficiente para que apoye una de mis manos contra la pared, ganando estabilidad y comprendiendo como fue que tras ir a un bar en pleno mediodía, saltándome las clases, bebí hasta casi no pensar en nada y luego Yeji y yo vivimos directo a mi departamento, que compartía con mi ex.

Quién estaba ahora en casa.

Bueno, definitivamente podía mandar mi caso a algún programa o a los Records Guinness, apuesto a que ellos disfrutarían riéndose a carcajadas por mi gran mala suerte.

good friends ↯ sookaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora