Parte 27

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Vigesimoséptimo capítulo

Un mes después...

Adam Carver

Francis me extendió las manos para querer decirme que se había cansado de caminar y yo lo tomé en brazos, para ser un niño de seis años era muy ligero y muy pequeño.

—¿Regresamos ya? —le pregunté a Andrea.

—No, ahora no, nos falta una jirafa verde de tamaño real.

—¿No crees que ya tenemos suficientes juguetes y peluches? Él no notará la diferencia.

—¡Yo lo haré!

—De acuerdo, de acuerdo, busquemos la jirafa.

Andrea se había vuelto loca con el tema del bebé, y encima estaba irritante debido a todo el rollo de las hormonas. Le entraba hambre en la madrugada, luego no comía en todo el día, luego volvía a tener esos antojos, incluso comió chocolate que lo odiaba, bueno, ahora era su comida preferida. Y, como si fuese poco, envió sus neuronas de vacaciones. Esa era la mejor explicación para su actual comportamiento.

—Francis, ¿rojo o azul?

—¡Azul! —gritó el niño en mis brazos.

—¡Adam!!

Escuché el grito y fui corriendo entre los pasillos llenos de juguetes hasta encontrar dónde estaba Andrea, la vi llorando frente a un hombre que parecía delincuente, me acerqué con Francis en brazos hacia ellos y puse mi mejor cara de marido enojado.

—¿Qué está pasando aquí?

—Yo no le hice nada, tío, ni siquiera la toqué, solo le dije que había ropa de recién nacido en rebaja y... espera, tú me pareces familiar.

Aquí íbamos.

—Señor, le agradecería que nos dejara a solas, mi esposa está bastante sensible en estos...

—¡No estoy sensible! ¡Y tú! —señaló al hombre—. Si sigo mirándote frente a mí en los próximos diez segundos, voy a colocarte el brazo dentro de tu garganta, ¿queda claro?

El tipo salió corriendo y Francis en mis brazos comenzó a aplaudir. Genial, ambos tenían un retorcido sentido del humor. Andrea, por otro lado, comenzó a llorar.

—¡No sé por qué estoy llorando! —dijo en sollozos.

—Está bien, cariño, es normal, ven —le pasé un brazo por los hombros para tranquilizarla—. ¿Encontraste la jirafa?

—No... —seguía sollozando—, este hombre agradable vino a donde estaba y me dijo de una ropa de bebé, entonces me imaginé a nuestro hijo vestido con ropa pequeñita y... ¡era muy tierno!

Luego pasó a gritarme por no haber encontrado el juguete que me pidió, en serio, si este era el cuarto mes de embarazo, no quería imaginarme los otros.

Lo peor fue que a las pocas horas yo tuve que marcharme porque debía filmar unas escenas que llevaba posponiendo por días, Andrea me insistió en ir que ella se quedaba con Francis, al final acepté porque sabía que desde hacía un mes su equipo de seguridad especial no dejaba de seguirla a todas partes. ¿Cómo eso no me aterraba?

Andrea Berroncille

—Muy bien, Francis, debemos encontrar esto —le decía al niño mientras le mostraba un dibujo de una jirafa verde—. Este es nuestro objetivo y no podemos irnos sin encontrarlo, ¿entendido?

—¡SÍ!

Y comenzó a correr por toda la tienda mientras yo lo seguía desde atrás. Ya habíamos buscado en varias, pero ninguna tenía el animal exacto como yo lo quería, igual debía enviar a alguien a hacerlo. Como fuese, esta nueva juguetería me gustó bastante, ¡todos los juguetes eran tiernos! Y con todos me imaginaba a mi bebé en ellos, incluso le compré muchísimos a Francis para que pudiese jugar, le encantaban.

Fama Bajo CeroWhere stories live. Discover now