Arrogancia Rosa ❲Eve×Sou❳

０６

parte 1 de 2 (referencias en la nota de autor)

El despertador resonó con pitidos intermitentes y agudos. ¿Qué clase de niño pre púber se pondría como meta despertar a las 9AM un sábado en plenas vacaciones de invierno?
Nadie más y nadie menos que Eve.

Su mente despertó de su dulce y desfigurado sueño. Se encontró con un ligero y cálido peso sobre una de sus piernas al que enseguida reconoció como su gatito usándolo como almohada. Su pesada mano se asomó por entre las cobijas y apagó el ruidoso aparato. Sus ojos se negaron a abrirse por un tiempo, en un fútil intento de recordar lo que habían visto segundos antes. Pero no encontraron más que bruma oscura. Entonces se abrieron, soporosos y nublosos. La luz del sol entró en ellos y sus pupilas se contrajeron con molestia. Sus pestañas se agitaron. Esperó un momento viendo luces y formas sobre sus párpados cerrados, y en cuanto se atrevió a volver a enfrentarse a la luz, sus ojos se abrieron.

Su mirada se dirigió a la ventana para vislumbrar las nubes grises detrás. No podía ver a los pájaros sobre sus cables, pero sabía que allí estaban, pues los escuchaba cantar amortiguados por el vidrio, y a veces los veía surcar la frialdad del cielo.

Una preciosa escena en calma, que le hacía desear dormir un poquito más, también le inspiró a sentarse en su escritorio a dibujar. Cerró sus párpados. Decidió permanecer recostado por sólo un rato. Hacía frío afuera, y él estaba muy a gusto, calentito en su camita, envuelto en cobijas como una banana en un baumkuchen(**). Desgraciadamente tarde o temprano tendría que levantarse. Asomó una mirada al despertador. Quizá había exagerado con la hora, pero podía aprovechar el tiempo dibujando o leyendo hasta eso de las once. No más, porque luego vendría su amigo Sou.

... ese día vería a Sou.

Las nubes se deslizaban gradualmente, figurando y deformando parches de brillante azul. Los ojos de Sou también eran azules, pensó.

Una sonrisa tensó una de las comisuras de sus labios. Sus pensamientos se agitaron con emoción y expectativa al recordar los planes para ese día. Sou había querido venir para el almuerzo y a él le encantó la idea. Más a la tarde vendrían sus otros amigos: Naruse, Isubokuro y Shintaro (Natsushiro no asistiría, estaba de vacaciones como todos los años, y los padres de Mafu no le dejaron ir). Así lo habían acordado. Además, se quedarían a dormir en una pijamada. Una pija-mada no homo, por supuesto.

Al pensar en eso, toda somnolencia desapareció.

¿Debería desayunar? Últimamente tenía la costumbre de levantarse tarde, no demasiado para no hacer que su madre se moleste. No veía necesario el despertarse temprano en vacaciones, pues no había nada que hacer..., aunque su madre solía ser algo estricta con los horarios de sueño. Ella estaba trabajando en ese momento, volvería a la hora del almuerzo. A la hora en la que Sou estaría allí.

Miró al reloj. 9:34AM.

Con un impulso se sentó sobre el colchón. Quitó con cuidado el cuerpo de Bun de su pierna, a lo que el minino despertó y estiró las patitas. Empujó las colchas y se puso sus pantuflas de Kumataro.

Sus cabellos, enredados entre sí, se asentaron suavemente sobre su cabeza producto de la gravedad. Se frotó los ojos. Exhaló un bostezo estirando los brazos sobre su cabeza... Su estómago gruñó.

Sí, debería desayunar.

―Buen día, Bun-chan ―murmuró a penas, con la voz ronca, estirando su brazo para acariciar la bola de pelos blancos y naranjas que descansaba a los pies de la cama.

Había pasado casi un año desde la llegada de Bun-chan a su vida. Dos años desde que se mudaron a ese departamento. Porque casualmente, su madre había encontrado el anuncio de un departamento cercano a su trabajo y a la escuela. Reiko sólo pudo pensar en todo el tiempo y dinero que ahorrarían, y después de consultarlo con su hijo, no lo pensaron dos veces. Al principio fue difícil, ¿pero qué mudanza no lo es? Eve, que ya conocía de punta a punta su antiguo barrio gracias a sus paseos en bicicleta, tuvo que explorar todo de nuevo, y Reiko, que se sabía los horarios de gran parte de las líneas de tren, tuvo que encontrar la manera de volverlos a memorizar.