Capitulo 9

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Debes tomar la decisión de seguir adelante. No sucederá automáticamente. Tendrás que levantarte y decir: 'No me importa lo duro que sea esto, no me importa lo decepcionado que esté, no voy a dejar que esto me supere. Voy a seguir adelante con mi vida'.

Joel Osteen.

x—x—x—

Kagome estaba mucho más tranquila sabiendo que Inuyasha no estaba solo. No era lo que le gustaría, pero sabía que Inuyasha estaba bien y eso debería serle suficiente.

Los demás también parecían tranquilos con la idea. Mucho más relajados sin la preocupación constante. Jaken fue el único que no lo tomó tan amigablemente, quejándose un par de veces, indignado por ya no tener la compañía de su Señor Sesshomaru. Sin embargo, pronto se le pasó cuando Rin le recordó que tarde o temprano el demonio de cabellera plateada vendría por ellos, diciendo que Sesshomaru no los abandonaría así sin más.

—¿Acaso duda del Amo Sesshomaru, Maestro Jaken?—cuestionó Rin, con falso asombro.

—Por supuesto que no, niña tonta, yo nunca dudaría de mi señor de tal manera. El amo Sesshomaru sería incapaz de tal cosa—refunfuñó la criatura verde ofendido.

Eso fue suficiente para que Jaken ya no mencionara el tema. Rin era una niña increíblemente paciente cuando se trataba de Jaken. Era la única que podía manejarlo cuando el lacayo se ponía un poco insoportable.

A pesar de las actitudes del demonio verde, la compañía del grupo de Sesshomaru era bienvenida. Ayudaban en la cabaña, y nunca se sintieron como extraños.

Sin embargo, el único que no podía contagiarse de los buenos ánimos por demasiado tiempo era Shippo. El niño seguía un poco decaído y admitió que jamás volvería a molestar a Inuyasha si regresaba.

—No se fue por eso, Shippo— consoló Kagome.

—Lo hizo, fui cruel, no me oíste Kagome—lloriqueó Shippo.

—No, no lo hice, pero estoy segura de que no fue por lo que dijiste.

—Ese día todos habíamos sido crueles con nuestras palabras, pero ya no las volveremos a mencionar—recordó Sango.

—Nos disculparemos y seguiremos adelante—mencionó Miroku.

Shippo los miró, había tanta confianza en sus palabras. Le dieron una sonrisa tan amable, tan segura y cálida. Shippo creyó en ellos, y creía que Inuyasha volvería pronto. Sorbió un poco las lágrimas rebeldes, y se atrevió a sonreír, intentando igualar el optimismo de los demás.

Algo en Shippo sabía que Inuyasha no quería verlos tristes, quizás por eso el medio demonio se había ido, todos estaban tristes incluso Inuyasha. Necesitaban buenos ánimos, ser como eran antes. Quizás ya no volverían a como fueron, pero podrían ser mejor. Más fuertes.

Después de esa charla con el pequeño kitsune, Shippo se volvió un poco más animado. No todo era perfecto para todos, a veces los buenos ánimos se iban. Pero ya no se quedaban desconsolados por demasiado tiempo.

Para el tercer día, Kagome se sintió con una nueva energía y optimismo renovado. Y por ello, decidió intentar purificar la perla, pero cuando entró al santuario donde la perla era contenida, todo buen ánimo flaqueó.

El ambiente en aquel lugar se sentía tenso y opresivo. Y todo recuerdo, todo mal pensamiento que Kagome había intentado olvidar. Regresó a ella con una fuerza que la abrumó. Y luego llegaron los susurros que le prometía maravillas, diciéndole que le harían olvidar todo mal. Todo aquel deseo que Kagome quisiera, los susurros se lo prometían. Tal energía maligna que irradiaba la Shikon era demasiada. Kagome ni siquiera pudo acercarse a la perla que tenía un color tan negro como un abismo. Aún no estaba lista.

SecuelasWhere stories live. Discover now