Lo que pudo haber sido

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Nunca se había considerado a sí misma como una aficionada al romance, tal vez debido a que constantemente fue recordada a que ella no podía aspirar a vivirlo, se le repitió hasta el cansancio que tenía que contraer nupcias con un hombre de la realeza que beneficiase al reino, poco importaban sus sentimientos hacía esa persona; ya fueran estos positivos o negativos.

Ella misma se había cerrado a siquiera imaginar el cómo sería enamorarse, protegiéndose de sufrir por algo que nunca conocería, sin embargo hallándose viuda a la edad de 26 años tuvo que recurrir a encontrar un esposo por segunda ocasión simplemente impulsada por la necesidad de darle un heredero a Mystbelle, si hubiese resultado embarazada de su primer matrimonio no habría vuelto a recibir propuestas de cortejo por parte de Reyes, Príncipes y otras personas con títulos nobles.

Pero no había demorado demasiado en sentirse atraída por la inteligencia y sensibilidad que uno de los Príncipes de Fredeborg transmitía en cada una de las palabras plasmadas en papel. Habían intercambiado correspondencia por un corto periodo de tiempo, ni siquiera en ese entonces se habría atrevido a confesárselo a ella misma, pero realmente había aguardado impaciente por cada una de sus cartas.

Claro que estaba lejos de siquiera considerar un enamoramiento o una amistad siquiera, simplemente consideraba que sería agradable, que no sufriría teniendo que compartir el resto de su vida con él. El Príncipe Anders de Fredeborg parecía no subestimarla por el simple hecho de ser mujer ni de creerla menos por haber estado casada con anterioridad, no temía en añadir de vez en cuando datos curiosos sobre los lugares en que había estado o planeaba visitar en algún futuro, así como también mostraba interés de saber qué clase de información ella podía compartir sobre Mystbelle o algún otro sitio de su interés.

Aun temiendo que todo aquello se tratase de un engaño, tras un par de negociaciones y propuestas con respecto a la relación entre Mystbelle y Fredeborg; aceptó ser cortejada por el hombre y recibirlo en Mystbelle para conocerse un poco mejor antes de anunciar públicamente su compromiso.

Se había sorprendido desde el primer momento en que durante una caminata casual por los jardines, él se había mostrado amable y dispuesto a dejar de lado las formalidades que insistían en hacerlos continuar tratándose como un par de extraños, así como también la había tomado desprevenida el primer beso que Anders le había dado.

Muchas veces asumió o tuvo pequeñas sospechas a que los gestos gentiles y aparentemente románticos que el hombre tenía con ella tenían el único propósito de pretender que eran una pareja real, que había algo más que simples intereses políticos y económicos de por medio, posiblemente evitar cualquier comentario negativo con respecto a su compromiso por parte de cualquiera o transmitir estabilidad, unión, confianza, cualquier cosa que les diera una buena imagen ante los habitantes de Mystbelle y los gobernantes de reinos aliados.

Sin embargo, aunque su sentido común le insistía en que todo era una actuación, una mentira y que el romance era algo que nunca tendría el placer de conocer, en ocasiones tenía que admitir que sonreía como una tonta jovencita enamoradiza cuando se hallaba a solas y recordando momentos en específico relacionados con Anders.

Llegó a escuchar algunos comentarios respecto a que el Príncipe Anders era muy dulce y atento con ella, mientras que ella era muy fría e indiferente; algo que le frustraba ya que constantemente llegaba a la conclusión de que sin importar lo que hiciera, siempre encontrarían la manera de juzgarla. Claro que en ocasiones sentía el deseo de ser más afectiva o mostrar interés romántico hacía su prometido, pero ya tenía que lidiar con suficientes hombres que dudaban de su capacidad para gobernar un reino siendo una mujer que no tardaría mucho en ser tachada como demasiado sentimental como para pensar con lógica e inteligencia.

Se forzó a si misma a guardar en secreto su emoción por la boda, el tiempo que dedicó exclusivamente a garabatear ideas de lo que le gustaría que tuviera su vestido, ocultaba bajo documentos importantes todo lo relacionado a su boda simplemente para pretender que ni siquiera le importaba o no era el tema que se había adueñado de su mente por las últimas semanas.

Había luchado contra sus propios deseos e impulsos por no dejar en evidencia lo mucho que disfrutaba de los besos con los que Anders en ocasiones la sorprendía, siempre mostrando su acostumbrada frialdad e indiferencia para que nadie se atreviese siquiera a sugerir que ella era una sentimental o una mujer muy fácil de seducir, pero una sonrisa acompañada de un rubor en sus mejillas aparecían de manera involuntaria cada vez que él aseguraba quererla o tomaba su mano.

Cuando el día tan esperado por todos; ella incluida llegó, se permitió sonreír levemente asumiendo que los miembros de la corte real concluirían en que ella simplemente buscaba convencer a los súbditos e invitados de que su unión era sólida y eso se reflejaría en su reinado, sin embargo algo que carecía de firmeza en ese momento eran sus piernas, las cuales no paraban de temblar y temía caer en cualquier momento, sin embargo agradecía profundamente el hecho de que la falda de su vestido permitiese ocultarlo, pero al mismo tiempo se alegraba de que sus piernas no se encontrasen funcionando del todo, puesto de que hacerlo dudaba de poder contenerse de correr hasta dónde Anders se encontraba.

Después de años reprimiendo sus sentimientos en una constante prohibición por mostrarse humana y vulnerable, encontrándose a solas en la habitación con su esposo se esforzó por ignorar las voces en su cabeza que le insistían en que como Reina no podía permitirse amar y pronunció en voz baja las palabras que mejor reflejaban su sentir.

Tal y como temía que ocurriría, una vez que pronunció el primer "te amo" no fue capaz de contener todos los que le siguieron, Anders se había convertido en su mejor amigo y confidente.

Se sentía la mujer más afortunada del mundo, claro que siempre había sido consciente de la situación privilegiada en que se encontraba desde su nacimiento, pero incluso el poder otorgado por la corona tenía sus limitaciones y un precio que pagar, quizá había burlado al destino cuando recibió la primera carta enviada por Anders o era una especie de recompensa por cada cosa a la que había tenido que renunciar en el pasado.

Su sentido común y razón le repetían que no debía bajar la guardia o acostumbrarse a la dulzura del momento, después de todo nada era perfecto y había maldad en todas las personas, por lo tanto no debía cegarse ni ponerle en un pedestal o podría resultar gravemente lastimada.

Pero consideraba que valía la pena correr el riesgo, sería lo suficientemente testaruda como para ignorar sus propias advertencias, se convertiría en una romántica enamoradiza que disfrutaría de los besos en la frente, abrazos y palabras dulces susurradas al oído cada mañana, se creería la protagonista de un cuento de hadas durante todo el tiempo que su suerte le permitiese.

Aquella noche, después de largas horas que se sintieron como una horrible tortura, había vuelto a ser la más afortunada del mundo cuando se permitió sentarse en la cama con ayuda de su esposo y las pocas energías que aún le restaban y miró por primera vez al que era su hijo, el bebé era tan hermoso, perfecto y pequeño ante sus ojos, con algo me temor por no hacerlo bien, lo cargo en brazos y le sonrió, sintiéndose atrapada en un sueño del cual esperaba nunca despertar.

Anders se sentó en el colchón a su lado, la rodeó con sus brazos y besó su mejilla con dulzura, sin duda alguna nada podría arruinarle ese momento, Vivianna le miró de reojo e hizo un comentario respecto a lo feliz que se sentía.

Estaba por decir el nombre del heredero de Mystbelle cuando de pronto la puerta se abrió de golpe, la Princesa de Mystbelle apareció en la escena emocionada e impaciente por ver a su sobrino, los Reyes rieron discretamente y Vivianna accedió a poner en pausa por unos minutos su romance para poder presentarle su hijo a Genoveva.

Lo que pudo haber sidoWhere stories live. Discover now