CAPITULO UNO

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Después de enterarse de que uno de sus subordinados estaba robando dinero en uno de sus casinos, desviando fondos y pasando información a mafias que estaban dispuestas a tumbar Bonten, los integrantes de dicha organización tomaron el asunto en sus manos para dejar en claro lo que le pasaba a las ratas traidoras que creían poder tomarles el pelo sin repercusión alguna.

- ¿Hablarás ahora? - Dijo el de cabellos rosados mientras disparaba a una de las piernas del tipo tumbado en el suelo, todos los que estaban en aquel lugar ya hacían muertos, para boten la mejor forma de rehacer las cosas era haciendo una pequeña limpieza con el personal a su forma.  El tipo solo se retorcía de dolor en el suelo maldiciendo a los ochos hombres que hacían ahí. 

- Manjiro... - Susurró el de nombre desconocido. - Hoy morir...- Sus palabras se vieron interrumpidas por un disparo directo en su frente, fue el anteriormente mencionado quien arrebato la vida de aquel individuo sin alguna emoción reflejada en el rostro. - Terminamos. - Musito antes de ponerse de pie y caminar hacia la puerta trasera.

En un instante los chicos se vieron rodeados por lo que a simple vista parecían ser decenas de hombres ya en sus cuarenta quizas, al frente de ellos estaba uno de estatura promedio vestido de un traje guinda, camisa negra, en sus dientes podías ver una coronilla doradas y como estaba cubierto de joyas por todo el cuerpo. Era el líder de una mafia que pronto desaparecería a manos de Bonten. 

- Sano. - Habló aquel hombre de apariencia desagradable. - Llegó el día en que tu reino cae. - Musito y al momento todos los que antes estaban detrás suyo corrieron hasta los ocho chicos, aún cuando era claro que la ventaja era para los que tenían una mayor cantidad de hombres, era una idea errónea; fácilmente los miembros de Bonten acabaron con la mitad de ellos, mientras tanto el líder se habría paso hasta quedar frente a aquel hombre apuntando hacia su cabeza. - Vamos, Sano, ¿crees que no conozco tus movimientos? sería estúpido venir sin un plan. - Al terminar sus palabras el sonido de un disparo fue el estruendo que detuvo toda la pelea. 

Manjiro había recibido un disparo por la espalda y a los segundos uno en el costado del abdomen. 

- ¡Jefe! - Gritaron al unísono Bonten. Por un momento parecía que Manjiro caería al suelo pero en realidad golpeó a su contrincante quien quedó desconcertado al ver como aun continuaba andando. 

- ¡Disparen! - Gritó aquel hombre cobarde, lo que antes fue una pelea se convirtió en un baño de sangre, los siete chicos intentaban cubrirse con cuerpos de sus enemigos para evitar los disparos pero también buscaban llegar hacia su líder. Manjiro corrió hacia una pared de un callejón cercano cubriéndose con la pared, en el tiroteo había recibido otros disparos era claro que debía salir de ahí como fuera o estaría acabado. Las sirenas de la policía se escuchaban a los lejos y aprovecho eso para escapar por el callejón. - ¡No dejen que escape, quiero a Manjiro Sano muerto.! - Uno de sus subordinados se encargó de sacarlo de ahí mientras el resto evitaba que la pandilla fueran ayudarlo.

La adrenalina del momento lograba hacer que su cuerpo aun continuara moviéndose, pero no iba a durar mucho estaba perdiendo demasiada sangre. Dio vuelta en otro callejón, parando de golpe al toparse con el cuerpo de una muchacha ahí. Ambos se quedaron mirando por un par de vagos segundos, la mirada de ella era bastante curiosa mientras la de él no expresaba nada, tal vez fue eso lo que mantenía la atención de aquella desconocida. Recobró la cordura al escuchar las voces que venía detrás suyo; justo en la esquina pudo verse un contenedor de basura fue hasta uno de los lados y así usarlo como escondite.

- Cierra la boca y no digas nada. - El chico apunto con el arma por detrás del contenedor hacia ella, quien lo miraba con bastante confusión entendiendo a que se refería después de unos segundos. 

Varios hombres se pararon en la entrada del callejón donde ella estaba, algunos la miraban con lujuria, otros con una mirada interrogativa, otros más solo buscaban con la mirada al de baja estatura. - Hola, chicos. ¿sucede algo?. - Saludó la muchacha con una amable sonrisa. Uno de ellos se acercó y pasó su arma por el rostro de la pelinegra, quien rápidamente la aparto.

- Aquí no hay nada, sigamos, hay que buscarlo. - Dijo yéndose junto a todos ellos. 

Volvió su vista al chico de las ojeras quien estaba de nuevo de pie y una vez más apuntaba hacia el rostro de la chica. Sin decir nada quitó el seguro del arma pero antes de poder disparar empezó a ver como la chica empezaba a ladearse, no, él era quien estaba cayendo. Tirado en el suelo, sólo pudo pensar en una cosa. 

¿Al fin terminará mi sufrimiento?




¡Hey! Primero que nada espero que estén bien y hayan disfrutado de este primer capítulo de la pequeña historia que preparo. He de decir que no será relacionada al manga, porque quiero conservar mi poca estabilidad mental, je. Y sobre todo, no será exactamente una historia romántica. ¡espero les guste!

𝐒𝘪 𝘧𝘶𝘦𝘳𝘢 𝘤𝘶𝘦𝘴𝘵𝘪ó𝘯 𝘥𝘦𝘭 𝘥𝘦𝘴𝘵𝘪𝘯𝘰. Where stories live. Discover now