único

506 46 14
                                    

Mirar las luces de la ciudad a través de la ventana trasera del auto, le daba un sentimiento de alegría poco usual: había pasado tanto tiempo desde la última vez que andaba por esos sitios.

Christopher le había invitado a una fiesta que se llevaría a cabo en un antro al centro de la ciudad, como a eso de las 10 pm. Le pidió a Zabdiel, el mejor amigo y mano derecha de su pareja, que le llevara hasta el sitio acordado, pero que se mantuviera como un secreto; nadie tenía porque enterarse, él es un adulto y no tiene que dar explicaciones ¿Cierto?

Al llegar, bajo del auto tomando su chamarra negra de cuero, que complementaba a sus botas negras, pantalón a mezclilla y una camisa de franjas verticales desabotonada hasta donde inicia su abdomen, que era su outfit de la noche, acompañado de muchos accesorios de diseñador que su novio le había obsequiado. Su cabello estaba peinado hacia atrás, con un poco de fijador para que se mantuviera perfecto toda la noche y un poco de bálsamo labial.

Sus ojitos brillaron en cuanto entro al sitio oscuro, escasamente alumbrado por algunas lámparas en tonos neón. Embriagó a varias de las personas ahí reunidas, con tan exquisito perfume que estaba usando, era inevitable que todos pusieran su vista en él.

Vivir con su novio a las afueras de la ciudad, le habían hecho olvidar la extasiante sensación de convivir con un montón de personas en tan reducidos espacios como aquel centro nocturno.

—¡Por aquí!— escucho gritar a un pálido chico, que estaba sentado en una mesa del fondo con un par de chicas y chicos a sus costados.

Camino hasta donde se encontraba la pequeña multitud, y paso entre alguna personas para lograr sentarse a un costado de Vélez.

—¡Wow, que bien luces hoy!— halagó el chico con pelo teñido de blanco, polo gris y gafas de contacto que le hacían buen juego a su clara piel.

—Hoy si me bañé— sonrió tímido el ojiverde, dejando a la vista sus lindos dientes.

—Por un momento pensé que no vendrías, con eso de que te tienen en cautiverio— suspiro antes de darle un gran sorbo a el vaso que contenía un poco de vodka con hielo.

—No puedo repetir esto cada vez que te veo Chris, estoy cansado de explicarte que no me prohíben salir, simplemente Joel trata de protegerme— se encoje de hombros, quitándose su chamarra, pues el lugar es caluroso.

—¿De que demonios va a protegerte? No es como que haya mounstros fuera de tu casa, no eres un niño Erick, tienes 26 y puedes cuidarte tu solo. Aparte ese tipo, ¿Estás seguro de que es confiable? Yo no lo conozco, ni siquiera tus padres lo conocen— dice, al mismo tiempo que con su mano hace una señal al mesero.

—Tequila, por favor— ordena el menor cuando el chico se acerca a tomarle el pedido.

La noche parece larga, y Erick ha olvidado cuántos tragos se ha bebido, perdió la cuenta quizá después del vaso número 12.

Su cabeza parece dar vueltas cuando intenta bailar al centro de la pista. Un chico un poco más alto que él, le detiene por la cintura cuando está a punto de tropezar con sus propios pies.

—Debes tener cuidado, si no te sientes bien, puedes ir a sentarte a la mesa— propone el moreno chico, que le ha salvado de terminar en el suelo.

—N-No quiero, porque todos e-estan aquí y yo no quiero quedarme so-solito— hace un puchero sosteniéndose de el hombro del sujeto.

—Si ese es el problema, yo puedo hacerte compañía— sonríe al ver cómo los ojitos de Erick se juntan mirando su propia nariz, luce bastante tierno.

—Est-a bien, solo porque no puedo bailar s-sin marearme— sonríe de vuelta.

Sosteniendole aún por la cintura, lo ayuda a caminar hasta una de las mesas que rodean la pista.

Party ¡! OS Where stories live. Discover now