CAPÍTULO XXIV

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FRANCESCO

Luego de media hora de viaje, comienzo a distinguir una gran mansión a lo lejos. Según las coordenadas del mensaje es esa la madriguera de la rata asquerosa de Lauren.

Me siguen dos autos con los guardias que he traído. Los guío hasta un lugar oculto para estacionar; no quiero que sepan que estamos aquí. Me bajo con mi arma en las manos y camino por los arbustos que hay alrededor de la propiedad de Lauren. Todo los alrededores de la mansión están enrejados, por lo que todos escalamos las grandes rejas por un costado de la entrada principal; gracias a la oscuridad de la noche podemos pasar desapercibidos.

Observo a lo lejos algunos guardias en las entradas con fusiles en las manos. Esto parece la mansión de un mafioso, hasta perros hay.

Con cuidado de no ser vistos, avanzamos hacia el lateral de la mansión. Veo que hay una ventana abierta a unos pocos metros de altura y con ayuda de mis guardias, subo seguido de ellos. Dentro todo está oscuro, así que debo encender la linterna de mi teléfono para poder seguir. Estamos en el salón, se ven los muebles y un pequeño bar a un costado. Les ordeno a mis guardias que revisen todas las habitaciones de este piso, mientras yo me dirijo al segundo.

Subo las escaleras y avanzó por un amplio pasillo. Voy abriendo cada puerta que encuentro en mi camino sin resultado alguno. Se me hace raro que aquí dentro no hayan guardias, y que sea una mansión tan grande para una sola persona; no veo empleados ni nada por el estilo. Voy por otro pasillo cuando mis ojos captan una luz que proviene de la habitación del fondo.

Apago la linterna y con mi arma en alto, camino hasta la puerta cerrada. Tomo la perilla y la abro con extrema lentitud. A medida que se abre la puerta, puedo escuchar la música que proviene desde dentro. Termino de abrir la puerta bruscamente y apunto hacia enfrente y a los lados en busca de Lauren.

Nada.

La habitación está vacía.

Camino a paso apresurado hasta el baño qué hay a unos metros, pero tampoco hay nadie. Salgo de nuevo hacia la habitación y busco con la mirada algo que me pueda indicar quién es, alguna foto o algo por el estilo, pero no hay nada. Observo la cama en el centro y veo que encima de ella hay un antifaz.

Mi mente evoca el día que fui al bar y hablé con ella. Es el mismo antifaz que llevaba, es lo poco que recuerdo de esa noche. Voy hacia él y lo tomo entre mis manos.

Por lo menos sé que estoy en el lugar correcto.

Me como la cabeza pensando en dónde podrá estar. ¿Habrá salido? En ese caso esperaré que vuelva y acabaré con ella de una vez por todas. Levanto la vista y mis ojos se encuentran con un teléfono encima de la mesita de noche.

¿Dejó su teléfono aquí?

Voy hacia él y antes de que pueda tomarlo, suena. Frunzo el ceño al ver la llamada entrante. Un número desconocido. Tras pensar unos segundos, decido descolgar la llamada, tal vez así pueda descubrir alguna pista que me diga quién está detrás de esto. Llevo el teléfono a mi oído y me quedo en silencio a la espera de que quién esté del otro lado hable.

¿Te ha gustado mi humilde casa, Bianchi? —Es ella. A pesar de tener un distorsionador de voz, ya me reconozco ese tono.

Mi enojo se dispara a niveles descomunales y quiero reventar el teléfono contra el suelo.

¿Sorprendido? —Pregunta al ver que no respondo. —¿Qué creías? ¿Qué me ibas a atrapar con esa absurda invasión?

Sigo callado, siento que exploto y no puedo emitir palabra alguna.

BAILA PARA MI (+18)✔️Where stories live. Discover now