XXVIII

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CAPÍTULO 28
El portal de la muerte


Me aclaré la garganta para no imaginarme lo que Theo acababa de decir y me concentré en Dimitri.

―¿Qué tienes que decirme solo a mí? ―hablé en tono indiferente y junté las manos en la espalda.

―Se... le acaba... el tiempo..., princesa ―respondió con expresión cautelosa.

―¿Qué mierda estás hablando? ―masculló Theo.

―Ella irá a... la... ruina en Grecia... Vendrá por usted a través del portal... que hay aquí... El núcleo... ―Se puso a toser e hizo un ruido que asocié al dolor.

¿Núcleo?

―No hay ni un puto portal, las ruinas de Grecia me importan tres kilómetros de mierda y te quedan veinte segundos para decir algo coherente antes de que te saque la maldita tráquea ―amenazó mi hummon favorito.

El hombre subió la mirada despacio hacia Theo, lo que vi en su rostro fue... ¿Confusión? ¿O indignación?

―¿No sabes... que... aquí hay... un portal? ―inquirió Dimitri con esfuerzo, sonaba ofendido porque Theo no supiera eso.

Theo bufó, comenzando a perder la paciencia.

―Eres un puto lunático de mierda, los portales son un mito de las abuelas ―espetó y giró la cabeza hacia mí―. Este patético está delirando, princesa, no sirve. Espera afuera, yo me encargo. ―Theo me tomó el codo y me apremió con un gesto de cabeza.

―¡Lo hay! ―bramó Dimitri con fuerza repentina e intentó levantarse de un golpe, pero por su debilidad se cayó hacia atrás, botando su silla―. ¡Existe hace siglos! ¡Krishna... lo sabe! ¡Lo dijo muchas... veces!

Theo ya se había posicionado delante de mí, para cubrirme en caso de que el hombre atacara.

―Ah, maldita sea.

―La ruina de Grecia... allá en la ruina... ¡el núcleo! ―deliró Dimitri desde el suelo, y se puso a hacer alguna clase de dibujo con el polvo de la celda.

Inspiré profundo.

―¿Quién irá a una ruina de Grecia? ―pregunté asomando mi cabeza por la espalda de Theo.

―¡Krishna! ―gritó Dimitri, subiendo las manos que le temblaban, como si ya me hubiera respondido esa pregunta mil veces.

Theo soltó un gruñido y me miró por encima del hombro, escéptico a que ese hombre dijera la verdad.

―¿Y por qué ella estaría en una ruina de Grecia? ―insistí―. Lo que dices no tiene sentido, no se te entiende nada, ¿comprendes? Habla claro o esto acabará mal... para ti.

Dimitri inspiró irregular, apoyó una mano en la pared de piedra y comenzó a levantarse débilmente con sus rodillas sacudiéndose.

En el siguiente pestañeo, Theo golpeó la pared a su izquierda y esta se agrietó.

―¡Habla!

―¡Usará el núcleo que está ahí! ―gritó Dimitri, escondiendo la cabeza por miedo a Theo, respirando ahogado―. Para encontrarla. ―Subió su dedo y me apuntó―. El núcleo... que esconde a las extensiones... El Núcleo. De poder. En la ruina. Si lo usa te encontrará. Hablaba de eso... todo el tiempo. De Grecia... Del subterráneo... Del portal... De usted. Solo se puede ingresar desde aquí... Pero ella... creo que... encontró la manera de pasar desde el... lado humano... 

Se hizo el silencio mientras el rehén recuperaba el aliento. Pese a que no entendía ni un quinto de lo que Dimitri estaba diciendo, las palabras del rey Tyrone llegaron a mi cabeza como una flecha.

Princesa de sangreWhere stories live. Discover now