XXIX FINAL

1K 104 115
                                    

CAPÍTULO 29
Ruina


El golpe en la cabeza me dejó mareada, pero ver caer al que hasta ahora había sido mi aliado, empujado por su propia madre, me aturdió profundamente.

Mis pulmones volvieron a llenarse de aire cuando vi que más venas negras se le marcaban en la cara, como si el poder fuese demasiado para ella. La roca misteriosa que llevaba colgando del cuello brillaba de un potente color rojo oscuro.

―¡Asesina! 

Escuché disparos y vi a Theo presionando el gatillo mientras se acercaba a mí, pero Krishna había creado un campo de fuerza verde desteñido a su alrededor, y las balas rebotaron hacia nosotros, impactando contra el techo, provocando que toda la ruina se llenase de más polvo.

Theo, con una expresión que iba más allá de la cólera y la furia, no la perdió de vista. Estiró un brazo hacia atrás para ponerme de pie en un movimiento rápido.

―¡Voy a matarlos a todos! ―prometió Krishna con su voz chillona―. ¡A ti también, maldito traidor a tu sangre! 

Theo rugió fuerte.

―¡De aquí no sales viva, puta hija de perra y de la gran mierda! ―le respondió con un tono cargado de odio.

Entre la tierra y polvo que llenaban el lugar, apenas alcancé a ver una ráfaga verde que se dirigía hacia nosotros. Fui lo suficientemente rápida para mover las manos y crear un escudo dorado alrededor, evitando el ataque.

El ímpetu me quemó el pecho, renové mis fuerzas, escondí mis miedos y me solté de Theo.

Era el momento, el día y los minutos que disponía para hacer estallar a esa maldita loca. A Satanás. Había llegado la hora.

Vi de reojo que Rayna se arrastraba fuera del agujero que había dejado en la pared, con sangre en su rostro y seguramente algunos huesos rotos.

―Se acabó ―siseé con más decisión que nunca en mi vida.

En el momento que creé una enorme bola de poder en mis manos para lanzársela a Krishna, a su poder, a su puto cerebro, lo que fuera, el polvo se dispersó y me detuve en seco.

Krishna tenía a mi hermano con un brazo alrededor de su cuello, y la otra mano, cargada de una horrible luz verde desteñida, estaba a centímetros de su cara.

―Un movimiento ínfimo y el que morirá será él ―advirtió Krishna, sonriendo como la lunática que era―. Ríndete, y los mataré a todos menos a tu hermanito mugroso.

Ethan negó con la cabeza para que no le hiciera caso, pero Krishna apretó más su brazo y alzó la barbilla.

Di un paso hacia él por instinto, pero Theo puso un brazo delante de mí en el instante que el poder en la mano de Krishna aumentó su intensidad, listo para descargarse y matar a Ethan.

―Eso es. No saliste tan imbécil después de todo. Algo de mis genes debes tener, hijo ―se burló ella.

Los siguientes tres seguros fueron eternos. Rayna ya estaba de pie, apenas, pero de pie. Theo y yo notamos que el portal por donde habíamos llegado estaba de un color gris apagado, al igual que el otro.

Algo me hizo pensar que era por la cantidad de energía que se encontraba dentro de la ruina. De ser así, Arturo Jatar y todo el resto no podrían traspasar a ayudarnos.

Volví a posar mis ojos en Ethan, que ya se estaba quedando sin aire.

Tic tac, mugrosa, o tu hermano muere aquí y ahora ―apremió la mujer más mala del universo.

Princesa de sangreWhere stories live. Discover now