2. Sueño🎪

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Sábado 23 de Octubre del 2011. 05:40 AM.

– ¡Ya es de mañana, ya es de mañana, ya es de mañana! –grita Natalia en mi oído.

–¡Natalia! –exclamo, cubriéndome completa la cabeza con la almohada.

Siento cómo se sienta encima de mí, me quita la almohada.

–Es mi cumpleaños y exijo que te levantes de la cama –me hago la dormida para que me deje en paz–. No me moveré de aquí.

–Quédate así entonces, que yo tampoco me moveré –le digo, tratando que conciliar el sueño, o al menos eso hacia hasta que me da un almohadazo, abro los ojos y frunzo el ceño–. Es muy temprano.

–¿Cómo lo sabes? –pregunta, imitando mi expresión.

–Te conozco tan bien que serías capaz de levantarte a la una de la madrugada –ella me da la razón–. Ahora si me disculpas –le arranco la almohada y la coloco abajo de mi cabeza, cierro los ojos–, me gustaría dormir un poco más.

Escucho como ella bufa y siento que se baja de mi cuerpo. Termino de acomodarme y de dispongo a dormir.

Escucho como abre la puerta.

–¡Nat, ayúdame a despertar  a Sara! –exclama.

–¡Ya desperté! ¡Ya desperté! –exclamo, parándome del saco para dormir. Volteo a verla con mala cara.

Ella tiene una sonrisa maliciosa.

–Te odio –le digo divisándola con la mirada.

–Y yo te adoro –me lanza un beso–, cámbiate.

–¿Qué hora es? –pregunto aproximándome a mi mochila para buscar mi cepillo de peinar y mi ropa.

–Temprano –contesta ella.

Giro sobre mis talones para verla, ya tiene un poco de maquillaje en la cara y el cabello recogido en una cola alta, ¿A qué hora se paró esta niña?

–¿Qué hora es? –vuelvo a preguntar.
Natalia blanquea los ojos.

–Son las –mira su reloj– 05:40 Am.

–¡¿Qué?!

–Las 05:40 AM –repite, haciendo un gesto con las manos.

–Ya sé que son las 05:40 de la mañana –frunzo el ceño, comenzando a caminar hasta quedar frente a ella–, lo que no entiendo es qué vamos a hacer a estas horas de la mañana ¡Hasta el gallo debe de estar dormido!

–Suerte para nosotros que no tenemos gallo –dice ella con una sonrisa, enarco una ceja– ¿Qué? Él que madruga más hermosa es.

–Eso ni siquiera rima –arrugo la cara, se encoje de hombros.

Ella camina hacia la puerta como si fuera a salir y yo recuerdo algo así que le digo:

–Alto –alzo la mano, ella voltea a verme. Me siento en la cama, buscando una almohada–, si es tan temprano, ¿significa que me engañaste para levantarme temprano con lo de tu hermano?

–Sip –contesta con una sonrisa inocente.

–¡Natalia Hernández, te voy a matar! –exclamo, amenazándola con la almohada.

–Pero es mi cumpleaños –me recuerda con un mohín.

Lo pienso, ¿Es posible matar a alguien en su cumpleaños?

–Ha habido famosos que se mueren el día de su nacimiento –objeto, lanzándole la almohada, mas para mi desgracia logra esquivarla.

–¡Soy muy joven para morir! –exclama cerrando la puerta de sopetón.

Sobreviviendo en el trapecioWhere stories live. Discover now