Hay instantes en la vida que a los ojos de los demás, puede parecer tan efímero y insignificante como algo inefable e increíble.
Hay momentos en los que no pensamos lo que expresamos, lo que decimos a personas que queremos en momentos de rabia o tristeza.
Como también escuchamos cosas que podrían herir más que una bala.
Reímos hasta que nos duele la panza,
lloramos hasta que no queda otra gota que derramar,
Algunas veces estamos tan enojados que necesitamos descargarlo en algo.
Cada sentimiento, cada emoción, nos hace personas.
Cada uno mide su sentimiento como tal y cada uno lo expresa a su manera.
Yo lo hice por medio de cartas, teniendo la esperanza de que las leyeran, cree una absurda realidad donde algo llegará a pasarme y esas cartas se leerían, hasta crearían un cambio.
Y esa realidad, paso, sorprendiéndome.
No tuve idea que si pasaría, hasta que realmente pasó y las cartas fueron entregadas.
Esta es mi historia, aunque todavía queda mucho que recorrer.
No resolví todos mis problemas, todavía tengo que seguir.
Quedan emociones por sentir y caminos por recorrer.
—¡Emma, ven a comer! – grita mi madre.
Respiro hondo y guardo la ultima carta en el sobre.
Fin.
