Capítulo 5

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Lina despertó esa mañana con el mejor humor que hubiera tenido jamás en su vida. Su sonrisa era deslumbrante y su estado de ensimismamiento abismal. Tanta era su alegría que llamaba la atención de todo aquel que la viera. Más de una persona volteó a observarla mientras daba pequeños saltitos con rumbo a la cabina del capitán. Hoy comenzaba su nueva vida.

Saludó a todos las marinos con su mano y una energética sonrisa, los mismos le devolvieron el gesto un poco dudosos. Solo la conocían de un día, pero sin lugar a dudas ese era un comportamiento extraño.

La protagonista tomó su cuaderno y lo abrió para colocarse junto a Muzan. Quería borrar esa estúpida curvatura en sus labios que la hacía ver cómo una tonta, pero no podía. Él no habló, así que ella tampoco. Ambos miraban el horizonte, justo como ayer, la única diferencia radicaba en que la noche pasada se besaron una y otra vez, aceptando que debían darse una oportunidad. Lina no sabía si la situación ilusionaba a Muzan tanto como a ella, mas de no ser el caso, se encargaría de hacerlo cambiar de actitud, después de todo, tenían todo el tiempo del mundo.

Un pájaro surcó los claros cielos azules de forma majestuosa.

El mutismo se hacía cada vez más difícil de sobrellevar. Una de las cosas que le gustaba a Lina de Muzan era que, cuando miraba a su rostro, jamás sabía con exactitud que estaba pensando, era como un saco de sorpresa; pero ahora eso iba en su contra. Después del acercamiento tan fuerte que tuvieron ahora fingían indiferencia.

—Douma —llamó el Kibutsuji, girándose para ver a su subordinado acercarse rápidamente.

—¿Si, señor? —inquirió el nombrado, con una sonrisa dibujada en su rostro. Él era el único que no se mostraba respetuoso del todo ante la gran prescencia de Muzan.

—Voy a dar un paseo por la proa. Encárgate de las cosas aquí —ordenó, sin dar muchas explicaciones. Él solía ser así, no necesitaba informar a nadie de lo que haría, si tenía el poder entonces podía hacer lo que le placiera.

La pelirroja miraba de un lado al otro a medida que alguno contestaba. No entiendía que estaba sucediendo.

—¡Claro! —exclamó alegre Douma, sin objetar mucho. Por suerte no era la primera vez que trabajaba con ese hombre, tenía experiencia de otros viajes y sabía con exactitud cómo comportarse con Muzan.

El hombre de ojos rubí comenzó a caminar rumbo a la puerta del lugar, pero antes de salir se volteó y por observando a Lina por encima del hombro dijo:

—¿Qué haces allí todavía? Muévete.

La muchacha se apuntó a sí misma mientras abría la boca con incredulidad. Parpadeó consecutivas veces preguntando con la mirada si estaba refiriéndose a ella, pero al parecer si el caso, porque los orbes rojos de Muzan estaban clavados sobre su persona, divisándola únicamente a ella.

Él no le contestó, solo asintió y siguió su camino sabiendo que Lina lo alcanzaría con un trote rápido.

Caminaron a la par durante unos minutos, observando el panorama y la cubierta. El ardiente sol los deslumbraba bajo una lluvia de rayos cálidos y brillantes, el cielo azul hacía una bella combinación con el color del mar, las risas de las personas eran como una melodía alegre.

La fémina decidió que bajo ningún concepto le dedicaría ninguna mirada a Muzan —por muy fugaz que fuera—. Estaba cansada de dar el primer paso siempre, esperaría esta vez pacientemente a que fuera él quien tomara la iniciativa. Unió ambas manos tras su espalda y dibujó una sonrisa mientras su paso se hacía cada vez más lento. Ni siquiera sabía a dónde iban, ella solo lo seguía a él.

Después de un rato, Lina pudo ver a lo lejos la silueta de un hombre conocido. Se trataba de Zenitsu, su nuevo amigo, quien estaba acompañado de otro chico de cabellos borgoña; parecían charlar de algo importante, bueno, más bien parecía que el rubio regañaba al otro.

Lina lo pensó unos segundos, y cuando vilsumbró como el acompañante de Zenitsu se marchaba rápidamente, miró a su lado, esperando encontrar los ojos de Muzan sobre ella, pero no fue así. Tomando el poco interés que tenía el varón en aquella relación como impulso para correr, se alejó del Kibutsuji y fue donde la persona que recién conocía.

La acción de la fémina dejó con el ceño fruncido al capitán, quien la vio alejarse con paso veloz.

—¡Zenitsu! —saludó Lina, alzando su mano. Estaba a escasos centímetros del aludido.

—¡Vaya, pero si es la chica linda de ayer! —comentó el mencionado, volteando a verla con una gran sonrisa dibujada en su rostro.

—¿Chica linda? —cuestionó la pelirroja, pestañeando consecutivas veces. Cuando su cerebro había procesado semejante halago, sus mejillas se tiñeron de rojo, como si ahora su cara se tratara de un tomate—. Ay, eres tan dulce —sinceró, llevando ambas manos a sus cachetes para presionarlos mientras sonreía.

—Solo digo la verdad —respondió el rubio, sonrojándose.

—Supongo que este es el futuro —dijo ella, ensanchando su sonrisa. Al observar el semblante inquiriente de Zenitsu prosiguió—. ¿No recuerdas? Te dije que ojalá pudiéramos hablar más en el futuro, este es el futuro. La verdad es que no esperaba que fuera tan pronto.

—¡Oh, eso! —soltó, sorprendido—. Bueno, actualmente no tengo nada que hacer, mi turno empieza en la noche. Si te apetece podríamos tomar algo mientras hablamos bien.

—¿Estás coqueteando conmigo? —preguntó la de orbes dorados, llevando una mano a su pecho mientras fingía indignación.

—No, yo, esto... ¡Lo siento!

Lina soltó par de carcajadas—. Era broma, hombre, no te lo tomes tan en serio —confesó, dando pequeñas palmaditas en los hombros de Zenitsu mientras trataba de controlar sus risas—. La verdad es que me gustaría, pero...

—Lina —llamó Muzan, colocándose a su lado. Después de minutos de debate mental sobre si entrometerse o no en la conversación, decidió por fin hacerlo; no le agradaba lo sonrojaditos que estaban estos dos.

—Tengo trabajo —completó ella, apuntando con su dedo pulgar al capitán.

—Ya veo, entonces lo dejaremos para otro día —sugirió avergonzado Zenitsu, totalmente aplastado por el aura que emitía ese hombre. Muzan lo miraba con una superioridad tan grande que lo asustaba, lo tenía temblando. ¿Por qué lo amenazaba sin palabras? Era como si él estuviera tomando lo suyo sin permiso. Tanto así que aunque la curiosidad lo mataba y quería saber cuál era el oficio de Lina, prefirió no preguntar, para no alargar la situación.

—¡Claro! —exclamó Lina, haciendo un gesto de soldado—. Tal vez en la tarde.

—Estaré por aquí —murmuró el rubio, dándose media vuelta. Estaba dispuesto a marcharse porque ese hombre lo aterraba a niveles nunca antes vistos. Que oscuro se veía, y más al lado de alguien tan brillante como esa muchacha; parecía un cielo nocturno iluminado por la luz de una cálida estrella, una estrella llamada Lina.

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Palabras del autor

Bueno, aquí el capítulito. Espero que les haya gustado. Le estoy poniendo amor a esta entrega. Las cosas empezaran de verdad a partir del siguiente capítulo UwU

Amo a Lina, creo que de todas las protagonistas de la saga Titanic ella es la más humana.

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Lean comiendo palomitas ( ̄ω ̄)🍿

~Sora.


La bitácora del Capitán •|Kibutsuji Muzan|•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora