Una apacible tormenta de emociones.

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Yibo estaba por decirlo menos, furioso. 

Estaba haciendo su llamada número cien al doctor, el cual seguía sin atenderle el teléfono. Todos a su alrededor estaban aterrados por verlo así. Cuando está vez tampoco tuvo respuesta, lanzó su celular lejos y gruñó alto. 

- ¡¿Por qué mierda no contesta el puto teléfono?! - hecho una furia. Caminó hacia donde uno de sus hombres y lo sujetó de la camisa, acercándolo peligrosamente a él - ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué Xiao Zhan no me contesta?! - increpándolo sin tener nada que ver.

- ¿P-Por qué... usted estaba con una mujer? 

- ¡Idiota! - lanzándolo lejos.

- ¡Waah!

Yibo tomó el celular y llamó otra vez. El mismo resultado, nadie contestó. Xing suspiró mientras miraba como su jefe hacía un escándalo, lanzando el teléfono y golpeando a sus subordinados. 

- Dudo mucho que el Doc le conteste, él tiene mucho carácter. 

- Así parece, es preocupante.

- ¿Mm? - miró al pelilargo.

- Lo que ese tipo hará ahora.

- ¡Xing! 

- Sí, jefe.

- ¡Tráelo! 

- ¿Qué? 

- ¡Que vayas a buscarlo y lo traigas aquí! 

- ¿P-Pero sí no quiere venir? 

- ¡Tráelo a la fuerza, pero hazlo! ¡Ahora!

- S-Sí...



...



Zhan miró su celular vibrar sobre su escritorio. Apoyó su cabeza en la madera reluciente y miró el pequeño león. 

- Idiota, estúpido mentiroso. 

Habían pasado dos semanas desde que eso había sucedido. No había contestado ni sus mensajes ni sus llamadas. Cuando iba a casa cerraba con seguro de inmediato. Estaba muy enojado, muy molesto y herido.

Si bien en ese momento no estaba haciendo ese tipo de cosas con aquellas mujeres, era evidente para él que si no hubiera llegado en ese momento, aquello hubiera ocurrido. Y eso le partía el corazón.

De repente el teléfono de su oficina comenzó a sonar.

- Diga... - limpió sus lágrimas con la manga de su delantal médico.

- Doctor Xiao, lo necesitan en la sala de cirugías.

- Voy enseguida.– cerrando la llamada, poniéndose de pie y tratando de borrar a ese hombre de su cabeza y su corazón. 


Luego de una cirugía de cuatro horas lavó sus manos y se disponía a salir a su oficina otra vez. 

- Zhan...

- Director Li - deprimiéndose un poco. Siempre que él lo llamaba era para reprenderlo por algo o pedirle favorcitos que rompían su calma, que hay que decir, ahora no tenía precisamente.

- ¿Tienes un minuto? Necesito hablar contigo.

- Mn, sí, dígame.

- ¿Te está sucediendo algo? 

Bái Tù hé Zōng ShīDonde viven las historias. Descúbrelo ahora