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09 | you're still my person,even if not yours

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09 | you're still my person,
even if not yours



26 de agosto, 2018.
Spa, Bélgica.

Abro los ojos lentamente y lo primero que observo es el rostro preocupado de mi hermano junto a mi.

—Dios mío Gabrielle. ¿Estas bien? —me pregunta de inmediato y yo solo asiento quitándole importancia, lo que quiero saber ahora es cómo y donde esta Charles.

—¿Dónde está Charles? —cuestiono.

—Ah, no lo sé. Debe estar saliendo de su auto o algo así, la verdad no me fije. Cuando me dijeron que te desmayaste vine aquí de inmediato. —me explica.

¿Me desmayé? Se sintió como si hubiera tomado una siesta que comenzó con un estruendoso golpe.

—¿Lo puedes traer? —le pido poniendo mi mejor cara.

—Voy. —me dice, después se levanta y camina a la salida del motorhome.

Pasan unos cinco o siete minutos y veo a Pierre regresar con Charles a lado suyo. Rápidamente me reincorporo para hablarle.

—¿Estas bien? —le pregunto cuando llega junto a mi.

—Si, un poco adolorido, pero está todo bien. No te preocupes. —me da una sonrisa, que es más una mueca, debo suponer por el dolor.

—¿Cómo no me voy a preocupar? Charles claro que me preocuparé siempre de cómo estés. —digo con honestidad.

—Perdón. —murmura a lo bajo. El tono de su voz me ablanda el corazón de mil maneras.

—No pidas perdón, fue un accidente y no fue tu culpa. —estiro mi mano, hasta alcanzar la suya y brindarle un suave apretón.

—Creí que no ibas a salir de ahí. —bajo la mirada cuando siento como leves lágrimas se escapan de mis ojos.

—Todo sucedió muy rápido, Gab. —ese apodo me da cientos de emociones en mi interior.

—No respondiste y en verdad me dieron ganas de entrar y sacarte yo misma de ese auto. —subo la mirada para verlo y más lágrimas salen de mis ojos.

En verdad me preocupo mucho lo que le pasó, creí que no saldría y yo (aunque estemos o estuviéramos con diferencias) no soy nada sin él, él es mi motor a seguir cada día.

—Hey, no. No llores. —se pone cerca de mi y cuidadoso me abraza. —Ya estoy aquí. Estoy bien. —dejo ir todo el llanto, mientras mis brazos lo abrazan con todas mis fuerzas, no quiero soltarlo.

Cuando logro calmarme, me separo un poco de él y lo veo a los ojos, a esos ojos verdes que tanto amo y siempre me volverán loca. Luego vuelvo a abrazarlo con la cabeza recargada en su pecho, el cual sube y baja.

Sus caricias hacen que cierre los ojos, la presencia de mi hermano ya no está, ni vi cuando se fue.

—¿Quieres ir por un helado? —me pregunta, aún abrazados.

I Never Forgot You | Charles LeclercDonde viven las historias. Descúbrelo ahora