El Área

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El monstruo se inclina hacia adelante, dispuesto a atacar. La varita de Hermione apunta hacia él, al igual que la pistola de Thomas y la flecha tensada en mi arco. El sonido de nuestras agitadas respiraciones invade el lugar.

El Minotauro toma carrera y embiste hacia nosotros. Hermione es la primera en atacar. Grita algo que para mí no tiene sentido y un destello rojo se desprende de su varita, lanzando chispas. El hechizo impacta contra nuestro enemigo y parece marearlo, aunque no detenerlo. Sacude su cabeza y sigue acercándose a nosotros, atravesando el pasillo a toda velocidad.

Se oye un disparo. La bala que salió de la pistola de Thomas choca contra uno de los cuernos de la criatura. Esto parece enfurecerlo aún más.

Desesperados, mis dos aliados comienzan a correr por sus vidas, huyendo del monstruo. Yo permanezco allí, inmóvil, esperando el momento adecuado para atacar. El Minotauro se dirige directamente hacia mí.  Me arrodillo para obtener un mejor ángulo.

Cuando se encuentra a tan solo unos metros, cierro un ojo y suelto la cuerda. La flecha se hunde en el pecho de la criatura, que suelta un aullido de dolor escalofriante. Pero, para mi desgracia, la herida no lo para.

Siento como sus enormes manos se cierran alrededor de mi cuerpo y mis pies se despegan del suelo. Pataleo en el aire, intentado zafarme. Sus garras me están apretando con una fuerza sobrehumana que me impide respirar bien.

Mi vista comienza a nublarse. Manchas negras aparecen, esparcidas por doquier. Estoy a punto de desmayarme cuando el Minotauro vuelve a aullar de dolor y la fuerza con la que me aprieta disminuye ligeramente.

A continuación, algo pasa zumbando ante mis narices y la mano que me sostiene se abre, dejándome caer a la roca. Intento prepararme para el impacto, pero un intenso dolor recorre mi cuerpo cuando llego al suelo.

Me encuentro en un estado de trance, realizando un terrible esfuerzo para no perder la conciencia. Apenas puedo moverme. Levanto la cabeza y distingo que alguien está combatiendo al monstruo. No luce como Hermione, tampoco como Thomas. Debe ser otro tributo. Es un muchacho. Se desplaza con agilidad y, a decir por los rugidos del Minotauro, le está provocando un daño importante.

Después de unos minutos, el combate termina cuando el cuerpo de la bestia cede y se desploma en el piso con un estruendo.

No sé si seguir allí tendida o levantarme. Mi cuerpo apoya la primera idea, aunque mi mente sabe que no voy a lograr nada si me quedo con la primera. Oigo pisadas a mis espaldas. Al parecer, mis aliados han regresado.

Apoyo las manos en el suelo y me impulso hacia arriba con las pocas fuerzas que me quedan. Me sacudo la ropa y cuando levanto la vista, descubro quien es el que me salvó de las garras del monstruo.

La mirada del chico de piel clara, cabello negro y ojos verde-azules se cruza con la mía y poso mis ojos en él por unos segundos. Noto un asomo de sonrisa cuando una de las comisuras de sus labios se curva hacia arriba.

- ¿Te encuentras bien? - pregunta la voz de Hermione, mientras se acerca.

Me doy vuelta para responderle.

- Si, Percy ha llegado justo a tiempo - vuelvo a mirar al muchacho, en forma de agradecimiento -. No lo habría logrado si él no hubiese aparecido.

El semidiós asiente con la cabeza, devolviéndome el gesto.

- Entonces... - dice Thomas, mientras le sostiene la mirada a Hermione. El chico alza las cejas y hace un gesto con los ojos para señalar a Percy.

La bruja parece entender lo que éste quiere transmitirle.

- Asumo que, dado que eres el hijo de Poseidón, estás buscando agua en este momento.

Los Juegos LiterariosWhere stories live. Discover now