Capítulo 3| Que te perdone Dios

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He llevado tanto tiempo observándola que conozco cada parte de ella, sus gestos, su forma de hablar, e incluso podría decir que puedo entender cada perspectiva de ella

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He llevado tanto tiempo observándola que conozco cada parte de ella, sus gestos, su forma de hablar, e incluso podría decir que puedo entender cada perspectiva de ella.

Nadie sabe que tenemos esta obsesión con esa señorita.

Hoy vamos a un pueblo que no sé dónde queda, ni me interesa saberlo, la única movida que me interesa allí es una pequeña, mi hermano sabe de qué hablo, ambos estamos en esto.

—Apresúrate Jezabel, no te tardes.— habló cortante mi hermano, normalmente tiene un carácter muy duro y muy difícil de manejar.

Mi hermano es mi esposo, nos casaron si quiera antes de conocernos para mantener el linaje en la sangre, somos tan iguales y a la vez tan diferentes, él es callado y reservado, en cambio yo, soy explosiva y compulsiva, sin embargo hacemos un gran equipo.

El sexo con él, es solo eso, sexo; no hay amor de por medio ya sea por costumbre o porque así nació de cada uno.

Recojo mi arma y la cuelgo en mi parte trasera, caminando con mis tacones de aguja, resonando por todo el laboratorio. Este laboratorio lo construimos mi hermano y yo el primer año de casados para seguir con el negocio familiar e incluso extendernos. Conozco cada parte de aquí, cada túnel, cada pasadizo secreto que habita en cada pared a ocultas del ojo humano; es una lástima que tengamos que dejar este pequeño hogar.

Termino de bajar las escaleras y veo a mí querido esposo hablando con el detective privado que hemos puesto en el pueblo donde vamos a quedarnos un tiempo, además que le pagamos adicionalmente para que investigue a la niña que mi hermano y yo estamos buscando,

—Y eso sería todo, la vi hoy pero se fue con la señora Cassandra — habla rápidamente la muchacha, se puede observar su miedo latente en plena vista.

— Ya, retírate, sigue siendo su amiga para eso te pagamos y cualquier cosa nos avisas — digo sin mucha importancia.

Mientras mi esposo asiente con la cabeza y vuelve a supervisar que las maletas estén en su lugar.

Camino hacia la camioneta para irnos, ya arriba de ella observo mi laboratorio desde lo lejos parece un simple hotel, pero debajo de él es donde ocurre la magia. Mi esposo se sienta a mi lado observándome de manera severa, a lo que yo me subo a su regazo con cada pierna a su alrededor él sabe cuándo me excita verlo tan inexpresivo.

Comienzo a besarlo de manera desesperada, a lo que él responde enrollando sus manos en mi cabello y jalando para tener acceso a mi cuello, mientras me voy sumergiendo en las delicias de sus caricias que repentinamente se apagan cuando siento que me mordió el cuello dejando caer una línea de sangre por toda mi camisa.

Tratando de concéntrarme nuevamente en el placer que me está dando, vuelvo a besarlo pero esta vez de manera más ruda, salvaje, mordiendo sus labios en el proceso y saboreando el dulce sabor de su sangre. Trato de zafarme de su agarre que tiene sobre mi cintura pero el presiona más fuerte.

Balas y Rosas ©Where stories live. Discover now