iv.

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Tensión.

En su mente, donde se escondían sus más primitivos instintos, la poesía se evaporaba a través de sus poros, dejándola sin nada más especulaciones.

¿Dejarla ir o sostenerla unos segundos más?

El poder en sus manos y la vehemencia de sus caderas, como hacer una sinfonía con el cadente vaivén; con ritmo, acompasado, y de pronto, rebelde y desafinado.

Expansión y separación, es lo que su naturaleza le exigía. Sus dedos conquistando y perdiéndose sin ganas de volver.

Crece.

Crece el deseo.

Crece la respuesta.

Crece la intención.

El morbo se convertiría en el titiritero de sus músculos y articulaciones, su boca gritaría pero los chillidos se ahogarían en el espacio cerrado, sabe que es escandalosamente talentosa, lo sabe y lo sentiría mientras limpia su barbilla.

Movimiento.

Movimiento.

Movimiento.

En ese momento es más salvaje de lo que fueron sus ancestros.

La observaría, sin voluntad y rendida, pero aún con vida, aunque su pulso diga lo contrario, aunque sus ojos ya se hayan despedido del mundo. Y ahí seguiría en medio de su duda, dejarla ir o sostenerla un segundo más.

Quiere contemplar, quiere sonreír, quiere dejarla ir, aun sabiendo que el mundo quedará estampado en su espalda. Podría percibir el enredo entre sus cuerdas y la explosión estallando antes de salir del cañón con el surco de sus dedos como combustible, ambos son el eco en medio del silencio. Y ella, con la espalda quebrada y el peso de los astros sobre su abdomen.

Los latidos la traerían de vuelta a la vida, pero su corazón aún no respondería. Volvería a nacer en su mirada y la vida iniciaría un ciclo nuevo en el hilo de sudor corriendo por su sien.

Y ahí permanecería, sin ganas de dejar nada a la imaginación, liberándose de sus fantasmas carnales que no querían ser domesticados.

Pero por lo pronto, seguirían atrapados en su mente, estrangulando sus deseos y controlando su erotismo.

disparate en la cafetería.Where stories live. Discover now