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Cuando se anunció que en los próximos minutos se abriría el baile, Nicholas apareció en su búsqueda y todos los que se hallaban cerca —en especial las dos debutantes que se encontraban allí junto a sus respectivas madres— guardaron silencio

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Cuando se anunció que en los próximos minutos se abriría el baile, Nicholas apareció en su búsqueda y todos los que se hallaban cerca —en especial las dos debutantes que se encontraban allí junto a sus respectivas madres— guardaron silencio.

—Vengo a reclamar mi baile, lady Katherine —anunció galante, provocando un suspiro colectivo.

Kate aceptó el brazo que le ofrecía.

—Por supuesto, Su Gracia —contestó sonriendo, feliz de que su parte favorita de la noche estuviese a punto de comenzar. Estaba tan emocionada que casi le era imposible contenerse.

Pero antes de que pudieran marcharse, lady Rutherford, la madre de una de las debutantes que según los pronósticos sería uno de los mayores éxitos de la temporada, se interpuso en su camino.

—Su Gracia, deje que le presente a mi hija, Lady Clara.

Nicholas inclinó la cabeza, pero no soltó a Kate, puesto que sabía que si lo hacía daría pie al inicio de una conversación más larga que todos sabían dónde terminaría. Ahora que el duque había dado el primer paso e invitado a bailar a una dama, todas las demás esperaban que llegara su turno.

Katherine ya había oído muchos comentarios respecto a ella y Nicholas a medida que el chisme se había ido extendiendo por el salón. El que más se repetía era que solo la había invitado a bailar porque era amigo de su hermano. Algunos pocos habían mencionado que era de esperarse que el duque se enamorara de ella apenas la viera, ya que era bellísima de pies a cabeza, pero sin dudas ese tipo de comentarios no habían salido de la boca de madres con hijas solteras.

—Deberíamos movernos —pidió ella, viendo que todos ocupaban sus lugares—. No querrá usted, Su Gracia, que empiecen sin nosotros.

—Tiene razón, milady. Si nos disculpan, señoras —pronunció, dirigiéndose a todas en general, y la condujo con firmeza hacia el centro del salón.

Kate dejó escapar una risita cuando se alejaron y miró a Nick que también sonreía.

—Ay, Nick, qué problema tienes.

—No es gracioso. Es la primera y última vez que vengo a un baile como este.

Ella lo miró con escepticismo.

—¿Y de verdad crees que eso lo solucionaría? Además, le darías un disgusto enorme a tu madre si te negaras.

—Mi madre debería comprender que esto es peor que ser torturado.

Kate le dio unas palmaditas a su mano.

—No es tan malo, ya verás cómo te acostumbras. Es peor para nosotras las damas solteras, créeme. Deberías conocer a mi pobre amiga Grace y a su madre. Ahora quiere casarla con el Barón Maldito.

Nicholas arrugó la frente.

—¿El Barón Maldito?

—Oh, lord Holmberg. ¿No has oído de él? Ha tenido cinco esposas y todas ellas han muerto en el parto, menos la última que ni siquiera llegó a esa instancia. Dicen que se trata de una maldición.

Para enamorarte de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora