ғɪғᴛᴇᴇɴ

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Kirishima yacía de espaldas sobre su cama, un montón de ropa le rodeaba dándole calor pero aún así se sentía frío.

Quizás debía conseguirse un gato, ¿Podía adoptar a alguno callejero en Corea? Aunque le gustaban más los perros.

No, no.

Se sentó de golpe en la cama, debía concentrarse, la fiesta de Ashido era en una hora, y aunque ya se había bañado aún no encontraba qué ponerse.

A pesar de que su cuerpo estaba bien trabajado sentía que todo le quedaba mal, conocer el estilo tan genial de Bakugō y cómo lucía en él le hizo darse cuenta que realmente no tenía un buen estilo en vestir, y lo peor es que no tenía ni tiempo ni dinero para comprarse ropa nueva de mejor estilo.

Ah, quería ocultarse entre las sábanas y no volver a salir de ahí.

Una fuerte palpitación en su pecho le dijo que debía respirar, su piel comenzó a picar y de manera abrupta comenzó a rascarse el cuello. El tatuaje le picaba, sabía bien que no podía rascarse porque aún estaba cicatrizando pero no podía evitarlo, le picaba más, más, y más, no podía dejar de pasar sus uñas por su piel intentando bajar la comezón, sentía que su piel estaba quemando del ardor que sentía, mucho más al intentar con más fuerza.

El sonido del timbre lo sacó de su trance, sintió de inmediato el dolor que le rodeaba el cuello y ni siquiera quiso verse en el espejo. Se sentía mal, ahogado, pequeño, de pronto sentía que el aire era muy pesado y que todos le estaban mirando.

No había absolutamente nadie en su habitación pero él sentía que sí, que habían ojos mirando por todos lados.

Se arrastró como pudo bajo las frazadas para ocultar su cabeza, cubrió sus oídos para callar las voces que le gritaban lo patético y poco hombre que era, los gritos y burlas cada vez sonaban más fuerte, tan fuerte que ni siquiera le dejaban escuchar que el timbre estaba siendo tocado de nuevo.

Sabía que debía salir de ahí, sabía que había alguien que lo necesitaba al otro lado de la habitación pero los pitidos inexistentes que sus oídos captaban no lo dejaban pensar, no lo dejaban escuchar nada más que su propia respiración y risas que no estaban presentes pero aún así él las escuchaba, aún así sentía como la ropa pesaba más y más porque habían personas sobre él aplastándola, porque habían personas que tomaban los costados de la prenda y querían quitársela. 

El dolor era palpable en su cuerpo, las patadas, los golpes con las escobas. Quería gritar, quería pedir ayuda, pero algo desgarraba su garganta impidiendo que los gritos llegaran a salir, solo podía apretar sus ojos y sus labios con fuerza al aguantar, porque tarde o temprano se cansarían, tarde o temprano sus energías se agotarían y lo volverían a dejar medio muerto en medio de un patio a la vista de todos los que quisieran burlarse de él, porque su existencia estaba mal, porque todo en él era un error que no tenía sentido permanecer entonces el universo atentaba contra él para quitarlo del camino y así poder alejarlo de la línea del universo donde no pertenecía. 

De pronto todo se detuvo. 

Los ruidos poco a poco dejaron de escucharse, las risas comenzaron a disminuir y la sensación de los golpes ya no le dolía como antes. 

¿Qué estaba pasando?, era demasiado pronto para que se cansaran. 

一Kirishima一 

De pronto todo volvió a la normalidad, sus ojos tuvieron que pestañar varias veces para poder enfocar que no estaba en medio de muchas personas si no en la seguridad de su habitación, la televisión estaba apagada frente a él y gracias a ella pudo ver el reflejo. Pudo ver su propio rostro lleno de sudor, pudo ver su cuerpo cubierto del mismo cobertor, pudo ver a un sujeto detrás de él conteniéndolo. 

Asustado intentó zafarse, no lograba reconocer su rostro, sus ojos no podían aún separar la realidad de su trauma, aún podía ver como su rostro se difuminaba por una sombra negra que parecía humo.

一¡Kirishima! ¡Tranquilo! ¡Soy yo! ¡Bakugo!一 

Al escuchar su nombre logró quedarse quieto por la impresión, ¿Cómo? 

Sin entender nada intentó girar un poco la cabeza para poder verlo y ahí sintió que su corazón se estrujó y una carga de culpa se apoderó de él. Ahí estaba Bakugo, a su espalda, sosteniendo su cuerpo con la frazada para contenerlo mientras él le había rasguñado el cuello con las uñas, lo sabía, no era la primera persona que atacaba durante uno de sus ataques.

Ahora si que quería desaparecerse. 

Tattoo [KiriBakuShima]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora