CAPÍTULO 6. "Mano a mano".

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Luego de un rato nos separamos, sequé mis lágrimas y la observé con una sonrisa aliviada. Definitivamente abrirme con ella había sido una de las cosas más reconfortantes que me han ocurrido en estos últimos años. Aniquilando la pesadumbre que padecía mi corroída alma, deshaciéndome de esa enorme mochila de remembranzas soterradas que cargaba desde niña, la cual, tarde o temprano, acabaría por derrotarme.

—Toma asiento —pidió, secando los vestigios de lágrimas de sus mejillas. Asentí con la cabeza y tomé asiento.

—Gracias —agradecí cuando me dio una enorme taza de chocolate caliente con malvaviscos :

—No es nada, tesoro ¿Qué tal sabe, está bueno, no?—indagó entusiasmada, esperando con una refulgente sonrisa

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—No es nada, tesoro ¿Qué tal sabe, está bueno, no?—indagó entusiasmada, esperando con una refulgente sonrisa.

—¡Lo está, sí que lo está! ¡Es muy delicioso, tiene el mismo sabor que el que hacía mi madre! —lágrimas de nostalgia recorrían mis mejillas mientras saboreaba la espesa infusión.

—Me alegra oírlo, mi hijo estaba muy emocionado porque lo probaras, y ahora entiendo la razón —expuso sentándose frente a mí con una taza roja entre sus manos.

—¿Él se lo pidió? ¿Para mí? Eso sí que me sorprende mucho, porque normalmente es muy frío y serio. Por esa razón siempre lo molesto diciendo que es mal humorado y le falta sentido del humor —formulé dejando la taza sobre aquella mesa de madera, viendo como sus labios se estiraron en forma de línea recta, y bajó la mirada a su chocolate caliente, como quién padece la culpa.

—Es que mi pequeño vive como si fuera un adulto encerrado en un cuerpo joven —declaró con pena, dejando que un atisbo de rabia se filtrase en su entonación.

—¿Por qué lo hace? —fruncí mis cejas, elevando hacia abajo mis comisuras. Abrazando la taza con ambas manos para que esta me compartiera su calidez.

—Es por mi culpa, estoy muy enferma. Entonces, él cuida de mí y trabaja, sin descuidar sus estudios. A veces, cuando lo observo esforzarse tan duro, me pregunto si en verdad merezco un hijo tan bueno como lo es él —barbulló en un hilo de voz, intentando contener un sollozo que de igual forma escapó cuando sorbió su nariz.

—No sabía esa parte de la historia, pero si él me lo hubiese contado, tal vez no le hubiese creído —bajé la mirada a la taza, avergonzada por haberlo molestado todo este tiempo con mis tonterías, cuando él tenía asuntos más complicados y delicados que resolver.

—Es que suena muy exagerado e irreal, no cualquiera podría soportar cargar con una madre enferma. Sin embargo, él lo hace, sin quejarse ni reprochar nada. Podría estar de fiesta o conseguir una novia, pero no, él prefiere mantener a su madre orgullosa, teniendo las notas más altas y trayendo dinero para intentar salvarla. Es un gran chico, no merezco tanto. Mi pobre bebé, debería dejarme para poder ser libre y comenzar a disfrutar de su juventud —en ese momento ella se quebró, y yo no pude evitar correr a abrazarla y llorar también. Jungkook recién despierto, nos observaba confundido con el ceño fruncido, desde el otro extremo de la cocina.

HONNE: My two boy's ♡Where stories live. Discover now