#2

149 13 0
                                    

—¿¡Emma, donde estas!? -Grite sin detener mis pisadas, mis extremidades dolían de una manera casi insoportable. No importa cuan alta sea mi resistencia física, correr por el bosque durante horas cansaría a cualquiera- ¡Emma! -Repetí con esperanzas de que nuestro lazo sea lo suficientemente fuerte como para comunicarnos de esta manera. 

Pero nada, su aroma había desaparecido hacia ya varios kilómetros, desde el momento en el que me percate de que ella no estaba inicie mi búsqueda, misma que aun no termina y no acabara hasta tenerla entre mis brazos. Completamente a salvo. 

La situación es desesperante, mi cansancio es excesivo y aunque no esté viendo mis patas estoy seguro que comenzaran a sangrar en cualquier momento, si es que aun no lo han hecho. Lo único que me da las fuerzas necesarias para continuar avanzando es Emma y nuestro cachorro, ambos están en un inmenso peligro.

Un aroma demasiado familiar llego a mi nariz, pero ni Liam ni yo estábamos seguros de que este fuese cierto, era imposible que esa fragancia aun existiese, pero el simple hecho de sentirla creaba una nueva posible amenaza. Una mucho mayor a lo que imaginábamos hasta el momento.

—¡Acelera! –Rugió con demasiada preocupación mi lobo. La improbabilidad de que aquel olor resurgiera y, además, estuviese cerca cambiaba absolutamente todo.

Nos movimos lo mas rápido que nuestro cansado cuerpo nos permitió, aquel aroma aumentaba su intensidad demostrando que estábamos acercándonos y para nuestra desgracia otro olor apareció, el de Emma. Una vez ambas fragancias me inundaron los pulmones logre verlo, tranquilo, de cuclillas dándome la espalda.

—Oh... Al parecer nos encontraste –Comenzó a hablar sin voltear- Hermano... –Agrego haciendo que un escalofrió me recorra de pies a cabeza. Inhale con fuerza y permití que el cambio fluyera por mi ser, hasta volver a mi forma original. El que estuviese desnudo frente a él no significaba nada nuevo para mi. 

—No me llames así, Demian –Conteste apretando mis puños en un intento por no ahogarme o confundirme con mis sentimientos. Lo vi morir, Emma se aseguro de matarlo pero ¿Cómo es esto posible?- ¿Dónde está? –A paso lento me acerque a él, disminuyendo la distancia entre nosotros con el cuidado necesario.

—¿Recuerdas cuando decías que tus hijos me llamarían tío? –Pregunto poniéndose lentamente de pie. Permanecí estático en mi lugar intentando que sus palabras no lograsen distraerme- Prometiste que nos protegeríamos... Tu cuidas mi espalda y yo cuido la tuya –Continuó con su pequeño monologo aun sin verme. El simple hecho de oír su voz generaba que mis manos temblasen ligeramente, pero mi enojo no desaparecía. No podía darme el lujo de dudar.

—¿Dónde está Emma? –Repetí reiniciando mi caminata. A pesar de sentir su dulce aroma como si estuviese aquí no lograba verla por ningún sitio- ¿Qué le hiciste a mi mate?

—¿Qué es lo que ella me hizo a mi? -Cuestiono y me observo por encima de su hombro, sus ojos se clavaron con los míos y por un segundo mi cuerpo se tenso. A pesar de los años, él permanecía igual que la ultima vez- Pero le devolví el favor -Añadió causando que mi cuerpo se tensase y mis pies frenasen.  

Aquellas palabras causaron una inmensa preocupación en mi interior y por instinto mi primera idea fue abalanzarme sobre Demian, el licántropo que en algún momento fue mi amigo... Si es que nuestra relación, desde el principio, no fue parte de su plan para obtener poder. Pero antes de tan siquiera moverme para acortar la poca distancia entre nosotros algo pequeño cayo en mi cabeza, moví mi pie descalzo hacia el costado sintiendo como este era atrapado y cubierto por la tierra húmeda que, por culpa de un charco, se pegaba a mi piel. Extrañado desvié mi mirada hacia el suelo, era imposible que aquella sensación fuese real, el cielo estaba despejado y no había llovido hace mas de una semana. 

Ojos rojos 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora