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La música retumbaba dentro de la enorme casa, Sanha nunca antes estuvo en una fiesta como esa, no tenía por qué hacerlo, apenas era un quinceañero que se atrevió a salir de su habitación un sábado por la noche después de que su mejor amigo insistió demasiado.
La residencia de su compañera de clase quedaba Justo frente a su casa, a penas cruzando la calle. Sanha apenas asomaba la vista por la ventana y podía ver las luces de su habitación encendidas, olvidó apagarlas.
Bomin logró desaparecer en cuanto tocaron su "canción" de los 90, provocando en Sanha una carcajada, era imposible, ninguno de los dos había nacido en ese entonces.
En ese momento estaba tan solo y le resultaba nefasta la pareja a dos cojines, comiéndose las bocas.
Ojalá Bomin nunca se hubiera ido. Era patético, también lo era la fiesta, definitivamente no su ambiente, escuchaba risas, veía a gente bailando y socializando y él lo único que quería era en meterse en la cama y apagar las malditas luces.
Estaba decidido a irse.
Nuevamente las risas resonaron en medio de la calle. No era lo que podía llamarse una risa intrigante, tampoco atractiva, era un tanto idiota, con sonidos de cerdo atravesándose, sin embargo le hizo sonreír hasta que sus mejillas se abultaron.
Era contagiosa y eso no la hacía hermosa, pero si especial.
Al otro lado del calle, justo debajo de la de farola estaba ese chico resplandeciente, girando al rededor del poste con risas divertidas hasta que se detuvo abrazándose al tubo, suspirando profundamente. Un borracho de fiesta.
Sanha era bueno ignorando a las personas y caminó de largo. El muchacho lo detuvo antes de que pudiera escabullirse, tomando su antebrazo, sonriéndole hasta ocultar sus pequeños ojos.
—¿Sabes donde puedo conseguir un baño? —le preguntó ingenuamente logrando que el chico se riera.
—En la fiesta, supongo.
—Uno que esté limpio.
Sanha formó una mueca.
—Mis amigos no tardan en volver. —chasqueó fácilmente como si hubiese olvidado el asunto anterior. —Fueron a comprar más cerveza para irnos a un lugar más divertido. ¿Quieres venir?
El muchacho relamió sus labios intentando reprimir un gruñido. "Diviértete" dijo con su típica sonrisa plana, sólo siguió avanzando.
—¡Soy Cha Eunwoo! —le dijo alzando poderosamente la voz al seguirle por la calle amplia. —Estamos en la misma clase.
Bufó.
—¿Querías mis apuntes? —dudó, era una mala pregunta, probablemente el chico tras él estaba lo suficientemente ebrio como para preocuparse por la tarea, pero no encontraba otra explicación a la insistencia.
Volvió a resonar la risa idiota, provocando ese ligero revoloteo desconocido en el abdomen del menor.
—Quiero tu número.
Se detuvo, por supuesto que lo hizo, poco antes de entrar en la casa. Se tornó para mirarlo y su corazón pudo haberse derretido ante la mirada ingenua e inocente. Definitivamente la sonrisa más bonita que hubiera visto, ¿Era posible?
—Creo que eres muy lindo, te sientas en el primer puesto y nos ignoras y aún así las miradas nunca te abandonan. —puchereo recargándose en el marco de la puerta. —No dejas que nadie se acerque.
—Soy inadvertido. —se encogió de hombros, preguntándose a sí mismo por qué estaba conversando con él.
—Eres especial. —contestó simple
Y sonrió ingenuo antes de jugársela y acercarse lo suficiente para robarle un beso que apenas y dejó un poco del bálsamo en sus propios labios. Emocionante y enternecedor. —¡Almuerza conmigo el Lunes, Yoon! —gritó mientras corría aproximándose a la salida.
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pd. En este si me pase un poquito de caracteres, pero es que no podía dejar que Eunwoo no le gritara desde la entrada.
