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Las luces se apagaron. Silencio, nadie decía o se movía. El pecho le subía y bajaba errático. Estaba preparada para lo peor, aterrada con la cara pálida, jodida hasta la médula. El silencio era ruidoso. Hasta que, un grito desgarrador hace eco, choca por las paredes, arrebatando la paz y desatando el caos. Sus manos temblaron, las voces, los ruidos desconocidos. Las luces empezaron a parpadear, apenas perceptible.
Alguien se puso a su lado, listo para atacarla. Salió de ahí y subió hasta la cama más alta, esquivando a las personas. Estaba de pie observando lo peor del ser humano, egoísta, homicidas. Matándose entre sí, siendo sus propios enemigos ¿Esto era lo que verdaderamente eran? ¿Animales que buscan ser superiores a costa de todo? Incluso arrebatar vidas a su paso. Oh no.
Comenzaban a botar las camas, en orden, de la derecha a la izquierda, miró horrorizada, la litera se sacudió y no quedó otra, saltó hasta la otra cama y volvió a saltar a la otra, cada que pisaba ya estaban listos para tirarlas.
Saltó una última vez, resbaló, se colgó de un fierro, quedando expuesta a una caída que le costaría algo roto o un esguince. Ahora estaba en pánico, trataba de mirar hacia abajo, sus manos mojadas de sudor amenazan con dejarla caer. No va a mentir, estaba llorando, a mares, estaba asustada de que puedan arrebatarle la vida en cualquier momento.
─ ¡Victoria, debes soltarte! ─ alguien grita. Sacude la cabeza.
─ ¿Estás loco? ¿Quién eres? ─ pregunta al borde del colapso.
─ San-gwoo ¿Confías en mí? ¡Debes bajarte! Yo te tengo ─ solloza una vez más. Mueve sus dedos y se deja caer al vacío, por un momento, siente que va a morir, que la voz fue una alucinación. Hasta que cae, a salvo, en medio de unos brazos que la sostienen, como si ella fuera lo más delicado del mundo ─. Te tengo.
Toca el suelo mirando sus ojos, embelesados en los ajenos. El ruido baja un momento, las luces a penas dejan verse.
El momento se rompe, alguien salta. Ella lo empuja y golpea. Deja caer un fierro como arma, lo agarra en sus manos, la energía se enciende. Una vez, alguien le dijo. No corras, ve con ellos y da lo mejor, es mejor morir con valentía que morir como un cobarde.
─ Detrás de mí ─ ordena. Aporrea a cada que se les acerque sin parar con el fierro, manchando con sangre su cara, su ropa y el arma ─. Ve con los demás, yo estoy bien.
Lanza otro, y otro. Sangre, luces, sudor, lágrimas, miedo, euforia. Se sentía bien, se sintió viva, descargaba toda esa ira acumulada en su interior, no quería seguir siendo una cobarde. Era una guerrera, peleaba con todo lo que tenía. Trota hasta ver a Gi-hun y los demás, mientras pasaba. Una chica se puso frente a él, detrás de ellos iba el matón, entonces ya supo que chica era. Antes de irse contra ella, enseguida golpeó al matón. No tardó en levantarse. Giró los ojos.
