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Ser omega era complicado. Se tenía cambios de humor, la gente vivía con la impresión de que por tener celos una vez cada tres meses se era una débil florecita del campo, Aunque tuviese un cuerpo súper trabajado que hiciera sentir envidia hasta a un alfa premier. Y si a eso le aumentaba la prótesis de vibranio que llevaba desde niño... James Buchanan "Bucky" Barnes definitivamente era un fenómeno que jamás encontraría al alfa de sus sueños.

Había sido durante su adolescencia. Estaba en el equipo de futbol americano en el colegio, lo había tacleado durante un entrenamiento y cayó mal. Todo había sido culpa de idiota de Zemo que no había aceptado un "no" como respuesta a una invitación al cine. Había insistido por semanas, y cuando finalmente había entendido que no conseguiría nada, lo había empujado provocándole un accidente que lo había convertido en ese "omega fenómeno". Sin embargo, había sido precisamente ese el catalizador para que se forjara una amistad a prueba de todo con uno de sus vecinos de toda la vida, Steve Rogers

Su familia le había dado la espalda tras el accidente, alegando que sería solo una carga, ya que ningún alfa pudiente se fijaría en un omega con el brazo lisiado. Joseph Rogers, padre de su mejor amigo, lo había acogido como otro hijo más en su casa con tan solo dieciséis años, con la única condición que estudiase, ya que debía demostrar de que estaban hechos los omegas. Ese día, Bucky entre lágrimas se había abrazado al hombre, jurándole que nunca se arrepentiría de la oportunidad que le estaba dando

De eso ya hacían mucho tiempo. A sus treinta y cinco años, Bucky era un hombre hecho y derecho. Se había graduado como periodista especializado en farándula y se había convertido en uno de los mejores entrevistadores de Nueva York. Aunque claro siendo Omega y teniendo un brazo de vibranio muchos habían querido pasar sobre él. Pobres almas. Nunca sabían que los embestía hasta que sus secretos más recónditos salían en primera plana de El Clarín

- Buenos días señorita – dijo Bucky al teléfono – soy James Buchanan Barnes del diario... – y escucho lo que le decían del otro lado de la línea – solo quiero que el señor... – volvió escuchar en silencio – lo comprendo. Pero negándose a dar una entrevista solo aviva esos supuesto rumores – se escuchó un golpe al otro lado de la lunes – muchas gracias – dijo mirando hacia la bocina de su teléfono antes de colgar

- ¿Sin éxito? – dijo Natasha, un alfa pelirroja con la que había hecho una buena amistad

- Se niega a darme la entrevista – dijo Bucky exhalando – pero ni que sueñe que me daré por vencido

- ¿Vienes a comer con nosotros? – pregunto la alfa

- Claro – dijo Bucky pasándose la manos por la cara – después de todo que más me puede pasar hoy

- ¡Mapache! – dijo una voz emocionada desde el otro lado de la puerta – ¡arañita!

- ¡Creo que hablaste demasiado pronto! – susurro Natasha sonriendo

- ¿Por qué a mí? – gimió Barnes dejando caer su rostro en su cara

- ¿Cuándo regresaste Stark? – dijo la mujer

- Anoche... creo – dijo este – ¿tienes algún cojín? necesito sentarme

- ¿cojín? – dijo Bucky intrigado

- Ya sabes – dijo Tony – los omegas marcados a veces jugamos un poco rudo... con nuestros alfas por la noches y... – los otros dos hicieron gestos de repugnancia

- Te puedes guardar para ti tus intimidades – dijo Bucky apretando los dientes – gracias

- Un pajarito me conto que quieres hacerle una entrevista al diseñador de aviones "Falcón" – dijo Tony mirándose las uñas – que por cierto estará hospedándose este fin de semana en el resort "Asgard" de Los Ángeles, que es de un amigo que tenemos en común, que me debe un favor

FenómenoWhere stories live. Discover now