Por si no vuelvo a verte © [En Proceso]

CAPÍTULO 01:

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—¡Déjalo ya, Shadow! —le doy una mirada asesina a mi mascota antes de levantarme y arrebatarle uno de mis calcetines—. Eres un gato malo.

Camino hasta el cesto de la ropa sucia de mi cuarto de baño y lanzo la prenda de vestir allí. Luego vuelvo y me dejo caer en la cama de mi habitación de la que no he salido hoy, y de la que no planeo hacerlo. Lo único que quiero en estos momentos es terminar el maratón de películas de Netflix que he empezado hace seis horas. Una bolsa de doritos y una Coca Cola han sido toda mi compañía en este rato. Diría que es una vida poco interesante para una adolescente como yo en pleno gozo de sus diecisiete inviernos, sí, inviernos porque no nací en primavera, pero en realidad me siento a gusto disfrutando de la soledad.

«Tu gato tiene más vida social que tú.» Me recrimina mi subconsciente.

El último mes fue estresante, aunque creo que el término correcto sería tedioso, ya que, además de tener que soportar el aburrido Instituto, me había sorprendido a mí misma al haber terminado el proyecto en el que había estado trabajando casi un año completo: Un libro. No cualquier libro, era un libro lleno de aventuras, un libro que me acompañó en mis peores momentos -por más loco que suene- y un libro que terminé justo el día antes de que la Editorial Sky cerrara su convocatoria donde recibía manuscritos de historias juveniles. Una de las más importantes del país.

Se supone que al ganador le llegaría alguna notificación a través de un mensaje, una llamada, señal de humo, o como fuese, aunque estoy consciente de que soy muy poco afortunada como para lograrlo. Honestamente no tengo muchas expectativas con mi historia, es decir, yo solo soy una novata, hay millones de escritores con más oportunidades y experiencias que pueden fácilmente ocupar ese puesto.

Bostezo aburrida y continúo viendo la película de ficción que se reproduce en mi computador. Antes de que pueda recuperar el hilo la puerta se abre de una manera imprevista y sobrenatural. Mi corazón da un vuelco, mis ojos no dudan en ir hacia esa dirección. No hay que ser muy inteligente para saber que la única idiota subnormal que abre las puertas pateándolas es mi hermana menor Keith. Un demonio con aspecto de estudiante de Secundaria, adicto a los chocolates y que hace menos llevadera mi existencia. Como pueden ver, nuestros padres tenían mucho tiempo libre. Kiara y Keith, el dúo de las K, las hermanas Price, cuál de las dos más prepotente.

—Te he dicho que aprendas a tocar, mocosa —pauso el video y hundo mi cabeza en la almohada—. No te detendrás hasta tumbarla.

—Mamá dice que deberías salir de tu cueva.

—Mamá dice muchas cosas —levanto la vista, encontrándome con la mueca que hace al ver el desorden de mi habitación—. Y no es una cueva.

—Es domingo, ¿No tienes que salir por ahí? —alza una ceja y aparta su cabello castaño, prefiero no responder así que vuelve a hablar—. No lo sé, Kiara, llevas tiempo así desde que Tate...-

—Cállate —le advierto con un mal sabor de boca—. Dime qué quieres, tu papel de hermana preocupada me enferma.

En caso de que no lo hayáis notado, mi carácter y personalidad son un poco difíciles, supongo que cuando la vida se empeña en ser cruel con tu existencia, aprendes a tratar a otros como te trata. Mi hermana entorna los ojos y se cruza de brazos antes de acercarse hasta mí. Nuestra relación no es la mejor, pero es lo que hay.

—¿Podrías fingir que me llevas a un concierto y desaparecer cuando lleguemos? —pregunta al fin—. Sé que odias los conciertos, y a la gente, pero papá dice que solo puedo ir si tú vas.

—¿De quién es?

—Justin Bieber.

Levanto ambas cejas sin poder creer que me pida tales cosas sabiendo ya la respuesta a ellas. No aguanto y comienzo a reír sin parar por un buen rato, como si acabaran de contarme el mejor chiste del mundo.