Capítulo 18

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Capítulo 18. La llamada.

KAI

Seis meses.

Han pasado seis malditos meses desde que ella se fue, seis meses desde que desapareció del hospital con otro hombre dejándome solamente una carta con hirientes palabras. He intentado con todo lo que tengo encontrarla, me he contactado con personas que me prometen buscarla hasta encontrarla pero nadie puede descubrir su paradero. He pegado fotografías suyas por toda la ciudad e incluso yo mismo creé una página en Internet con su foto pidiendo información para encontrarla, he subido el anuncio de su desaparición a todas las redes sociales, me han llamado cientos de veces pero cuando llego a los lugares que me dicen que puede estar resulta ser que solamente es alguien parecida a ella.

Ya he perdido la emoción de cuando mi teléfono suena con una llamada, me quedó bastante claro con las diez primeras llamadas que no sería tan fácil.

He seguido trabajando, e incluso he tomado horas extras para seguir pagándole al investigador que contraté a parte de mi amigo y el agente de FBI amigo de Jefe. Tengo a un buen grupo de profesionales buscándola pero parece que la tierra se la ha tragado tanto a ella como al idiota que se la llevó. A veces pienso que la sacaron del país, quizás su padre logró llevársela a México. No lo sé.

Chasqueo los dientes mientras ojeo mi sitio web en busca de algún nuevo comentario acerca de Luna sin tener suerte, el último comentario fue de hace dos semanas, un hombre escribió que la vió cerca de una estación de gas en el este de Los Ángeles, fui al lugar y resultó ser una chica de la calle muy parecida a ella llamada Alanis.

Fue un duro golpe verla, por un segundo creí que en verdad era mi Luna.

Me llevo la botella de alcohol a la boca y doy un trago largo sintiendo el ardor tan familiar en mi garganta, limpio con rabia la gruesa lágrima que se me escapa y al terminar la botella la lanzo hacia la montaña de botellas que tengo a un lado del escritorio. No estoy orgulloso de haber caído en este vicio asqueroso, pero es lo único que puede despejar mi mente y hacerme olvidar que perdí al amor de mi vida y no puedo encontrarla por más que mueva cielo, mar y tierra, no la encuentro y esta impotencia y desesperación están matándome. Temo que le estén haciendo daño, temo que ella esté sufriendo un infierno mientras que yo estoy aquí sin poder hacer una mierda para rescatarla.

La puerta de mi departamento se abre de pronto y escucho los suaves pasos de mi madre venir hacia mi, escucho sus maldiciones por haber tropezado con latas de cerveza y también sus quejas sobre no haber espacio suficiente para caminar en medio de mi desastre. En pocos segundos mi madre logra llegar a mi y ahoga una exclamación de sorpresa al verme tirado sobre el escritorio, rodeado de botellas de cerveza y alcohol puro, con un cenicero desbordado de colillas de cigarro al lado de mi laptop y vestido con mi uniforme de trabajo del día anterior.

— Hijo...—solloza acercándose como puede a mi.

Suspiro sabiendo que no tardará en darme un sermón, cada vez que viene a mi casa y me mira en estas condiciones tan deplorables es lo primero que hace.

— Hola mamá.

Ella se acuchilla frente a mi y con sus manos temblorosas me quita la botella de tequila que acabo de tomar para después obligarme a verla a los ojos.

— Esto no es sano, mi Kai James Dawson no era así... Era un hombre trabajador, alegre y lleno de ganas de vivir, el hombre que tengo frente a mis ojos ya no es ni la cuarta parte de lo que era mi hijo.—susurra con la voz entrecortada—. ¿Realmente esa chica vale tanto la pena? Estás matándote Kai, sonaré como una maldita perra pero hubiese deseado que no la hubieses conocido nunca porque si ella no hubiera aparecido en tu vida tú no estarías así; perdido en vicios que nunca antes habías siquiera probado.

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