capitulo 0. El inicio.

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27 de abril de 2019.
Todo será increíble, todo será increíble…

Repito lo mismo una y otra vez para calmar mis nervios, llevo un año en este “nuevo” lugar y de manera increíble no he logrado reducir mis sensaciones, cada día van en aumento.

Cambiar de lugar siempre es difícil, y aún más si vas de un país a otro. Junto a mi familia decidimos dejar Colombia e ir por el sueño americano, gracias a esto me encuentro en mi habitación, de pie frente a  mi pequeño espejo dándome ánimos, mientras me preparo para afrontar las calles de  New York. Aunque  llevo cierto tiempo aquí, no he logrado desenvolverme.

Últimamente estoy más nerviosa de lo normal y mi cabeza me juega malas pasadas, de alguna manera que no entiendo aún, me he vuelto algo (muy) insegura.

Cierro mis ojos y suspiro, recordar mi antiguo hogar me trae algo de nostalgia, despedirse fue muy triste y dejar a varios de mis seres queridos no fue nada fácil, menos si el día de la lamentable partida fue unas simples horas después de mi fiesta de quince años. Si, parece chiste, pero es anécdota.

Observo el pequeño reloj en mi muñeca y según lo que han dicho mis tíos, los cuales son de acá y nos han brindado el apoyo que hemos necesitado, hoy nos llevarán ellos.

Salgo corriendo de la habitación que muy a mi pesar comparto con mi hermana y voy directo a la sala, la cual es algo pequeña, pero acogedora.  Ahí se encuentran mamá junto al tío.

—Buenos días —saludo en mi idioma, pero con la mirada gacha, recientemente no puedo sostener contacto visual con otras personas, y es frustrante, yo nunca he sido pacata —¡Hola mami! —me acerco y le doy un beso en la mejilla, el cual ella devuelve.

—Buenos días hija, ¿Nerviosa? — pregunta, antes de darle un sorbo a su café.

—Más de lo normal —es mi única respuesta que se oye más como un murmullo.

—Tranquila, es algo normal —comenta el tío Alfred con una sonrisa —¿Dónde está tu hermana? Vamos tarde, su tía tuvo inconvenientes y no pudo venir —Gracias al cielo va a llevarnos, no quería subir al autobús, de solo pensarlo me daba pavor. <Esta es una de las sensaciones extrañas que he tenido en los últimos meses>, omito comentarle esa tontería y respondo a su pregunta.

—Ella siempre tarda eternidades para estar lista, creo que bajará en algún momento —finalizo de hablar y escucho los pasos de mi hermana, viene corriendo, como siempre.

—Perdón, perdón, me levanté tarde sin querer —dice agitadamente a lo que yo niego de inmediato.

—Mentirosa, lo hiciste queriendo, cuando te llamé dijiste que dejara de molestar tu sueño y no te levantaste —termino y le saco la lengua en un gesto infantil.

— No seas soplona —se queja, utilizando una palabra muy popular de nuestro antiguo hogar.

—Mírame la cara —le señalo —de lo que me importa. —Le hago burla y ella solo hace una pequeña pataleta.

—Vale, entiendo, pero terminen de discutir luego, vamos tarde —tío toma su saco que se encuentra en una de las sillas y  hasta ahora noto la presencia de este.
Los tres salimos en silencio y mamá se despide con un saludo hecho por su mano, estos días ha estado muy silenciosa, y su presencia casi no se nota. Ambas subimos a la parte trasera del auto y este se pone en marcha, aprovecho el silencio para pensar en lo que sigue y no quiero, no quiero asistir, tengo miedo de que todos me observen, siento que un mínimo movimiento podría causar la peor vergüenza de mi vida.

Pienso en alguna razón coherente que me dé a entender que está pasando conmigo, siento que esto ya no es normal.

Me estoy volviendo loca.
Mis pensamientos se ven interrumpidos gracias a un chasquido, volteo hasta donde siento ese ruido y es mi hermana, la cual señala a la ventana avisando que ya llegamos.

Bajo Tu ParaguasWhere stories live. Discover now