Orgullo, prejuicio y zombies (Katsudeku)

#1

El golpeteo constante de unas cuantas gotas de lluvia cayendo a su alrededor le hicieron acelerar el trote a caballo que llevaba aquel día, quería evitar quedar atrapado en la lluvia que se avecinaba pues de antemano sabía sus consecuencias, observó a su alrededor notando la extensión de pasto que formaba parte de los paisajes de aquel lugar rodeado de una gran cantidad de árboles que le hacían ver más espectacular de lo que ya era y aún más por las pocas gotas que caían sobre las hojas de estos, lentamente una tras la otra creando pequeños hilos de agua que aceleraban su andar.

Vamos, un poco más y llegamos -habló a su caballo de blanco pelaje, el animal entendiendo las ordenes de su amo, aceleró para llegar rápidamente a su destino y resguardarlos de la lluvia que se intensificaba a cada segundo que pasaba.

Sentía las gotas golpear su rostro mientras avanzaba por aquel camino de tierra, faltaba tan poco para llegar antes de que se desatará el aguacero. Sus manos enguantadas sujetaban con fuerza las riendas del corcel.

Lentamente se acercaba a aquella reja de la mansión la cual era su destino, vió como esta era protegida por seis soldados de traje rojo, atribuyendo aquello a que dicha mansión pertenece a cierto duque que para desgracia suya conoce a la perfección.

Galopó hasta finalmente llegar a las puertas de aquel sitio, pasó rápidamente por donde yacían parados los guardias los cuales no le prestaron la suficiente atención a su persona como para detener su entrada, pues ya sabían a que iba y quien era exactamente, siendo esto confirmado al ver de reojo el escudo que llevaban las riendas de cuero marrón. Aquel símbolo que lo identificaba como uno de los más grandes burgueses de ese tiempo.

Metros después de la entrada bajo de su caballo y tomando las riendas lo guío por el lugar, sus siempre pulcros zapatos se llenaron levemente de barro que comenzaba a formarse, gruño en respuesta pues gustaba de estar presentable siempre y aquella suciedad no era de su agrado.

Escabulléndose al patio trasero de dicha mansión se encontró con un pequeño establo donde metió a su corcel; para seguidamente darle de beber y comer al animal que le había llevado a su destino aquel día y seguramente estaba cansado, observó como Zafiro mascaba el heno que le había dejado, relinchando de vez en cuando ante la presencia de su dueño.

Descansa, vendré mas tarde para seguir nuestro camino -Sus manos acariciaron el lomo de Zafiro, caminando en dirección a la salida y recibiendo como respuesta un relinche por parte del corcel quién ni lento o perezoso continuo con su labor de alimentación.

Anduvo entre los terrenos del lugar buscando algo hasta que a lo lejos su vista capto una placa de metal sobresaliendo de la tierra con unas hendiduras que al parecer daban vista al exterior, sin dudar un momento se acercó a dicho lugar pues rápidamente noto que aquella era la entrada que estaba buscando a la mansión, la cuál por fuera se veía abandonada debido a sus puertas cerradas con madera clavada, a tan solo diez pasos de llegar por completo una mano sobresalió de entre las hendiduras con pistola cargada y apuntando en su dirección, provocando que detuviese su camino.

¡Alto ahí! -una voz temblorosa gritó en modo de advertencia, pero lo único que ocasiono fue un suspiro de fastidio por parte del chico al cual apuntaba ya que estaba cansado de eso.

¿De verdad? -preguntó exasperado mientras alzaba sus manos en señal de paz, queriendo evitar que le disparen aunque probablemente el sujeto fallaría el tiro por el temblor de sus manos y voz.

¡Identifíquese! ¿Quién es usted? -la voz aún con un temblor de manos asomó ligeramente su cabeza cubierta por una olla de metal. Intentando ver a la persona a la que valientemente le apuntaba. Observó como ahí de pie y con una clara mueca de fastidio se posaba un joven alto, de cabello rubio y ojos rubí, el cual vestía de traje negro y sobre este un largo abrigo de cuero de igual color.