Semaryh

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Hace mucho, mucho tiempo, en las lejanas tierra de Zanres, vivió una princesa adorada por su pueblo, una dulce niña de rizos dorados y ojos tan brillantes como el sol, se decía que con solo una melodía que saliera de su bello cantar podría curar hasta la más terrible pérdida de cualquier aldeano. Dotada de una gran sabiduría y don para hablar, la niña creció con gracia y elegancia, rodeada de amor y alegría. Por el contrario, en el reino vecino, la princesa Seuryh, era una niña melancólica, con problemas de conducta, con los ojos tan apagados que casi podría decirse que había visto la muerte en cada segundo de su corta vida. Ambas princesas, tan diferentes, como el día y la noche estaban destinadas a encontrarse y sobrellevar una pesada carga en sus hombros y en sus corazones por el resto de su vida.

Los reyes de ambos reinos convinieron un matrimonio arreglado entre sus hijos. Lo que no sabían uno de los otros, era que ningún reino tenía hijos varones para prometer, por lo que el día de la unión acordada ambos reinos se llevarían una no muy grata sorpresa.

El día del matrimonio de ambas princesas, los habitantes de ambos reinos estaban regocijados, adornaron sus casas, pórticos, se vistieron con los ropajes más elegantes que tenían y salieron en dirección a la delimitación de ambos reinos, donde se celebraría la boda real. Nadie había visto a las princesas en semanas, todos estaban expectantes a su encuentro. Los cuatro reyes estaban emocionados, desde la carta de propuesta de matrimonio los reinos no habían tenido comunicación entre sí, excepto para fijar el lugar de la ceremonia. En la frontera de Zanres y Camtis se hallaba todo la barahúnda, los habitantes de ambos reinos ya habían entablado conversaciones para juntar a sus hijos como los reyes, para juntar tierras y para vender en el otro reino productos de diversas categorías.
Los tambores comenzaron su golpeteo, platillos, instrumentos de viento y diversos tipos de cuerdas se escuchaban para interpretar la marcha nupcial para dar inicio a la ceremonia. Los reyes se acercaron al umbral, cuatro niños de ambos reinos iban detrás esparciendo pétalos de flores silvestres por la acomodada alfombra blanca como el mármol. De fondo, ambas princesas aparecieron, del costado derecho estaría Emma y del lado izquierdo Seuryh, ambas vestidas con una túnica blanca larga que cubría desde su cabeza hasta sus pies sin dejar ver siquiera sus ojos. Ambas se acercaron al altar, una a cada lado de sus padres. Una vez terminado el rito de aceptación de reinos, se descubrieron la cabeza, la sorpresa de ambas, y la impresión de los padres y del resto de las personas del pueblo fue indescriptible. Los reyes indignados entre sí, terminaron la ceremonia, la cancelaron y cada princesa, rey y habitante del pueblo volvió a su territorio, las familias reales se enemistaron, crearon una gran guerra entre reinos por la burla que el otro les había hecho pasar al uno.
A pesar del enojo de sus padres, el conflicto con el pueblo y la guerra que se estaba llevando a cabo por el matrimonio poco convencional que habían tenido, ambas princesas se escribían por medio de cuervos mensajeros para saber la situación de la otra en su reino y su bienestar. Así, por medio de cartas, postales, mensajes y pequeños regalos que los cueros podían cargar, la confianza entre ambas princesas creció hasta formar un lazo aún más estrecho que el de la amistad. Frecuentaron reiteradas visitas clandestinas arregladas por medio de sus criadas y los guardias quienes fueron testigos de su creciente amor.
El día que la guerra estaba en su apogeo, ambas acordaron verse en el límite de sus tierras, donde había sido celebrada su boda, tenían un plan para acabar con la guerra y la desdicha que esta misma le había hecho pasar a su pueblo.
Ambas princesas se escaparon de sus habitaciones como acostumbraron desde hace un tiempo, gracias a los guardias y sus doncellas pudieron llegar a la frontera. Ambas lograron divisar a lo lejos a la otra, apuraron su andar para poder reencontrarse con la persona que tanto amaban. Para ambas, la luz se escapó de sus ojos a solo pasos de encontrar regocijo en los brazos de la otra.

Se dice que el cielo lloró por meses la pérdida de las princesas, los reinos no volvieron a hablar del fatídico día, los reyes silenciaron a todo aquel que siquiera se atreviera a mencionar la historia o algún indicio de ella. Les provocaba asco y horror el pensar que sus hijas pudieron tener una relación clandestina, por lo que borraron de la historia su existencia, crearon una nueva historia y cortaron el linaje real de las princesas, el cual fue reemplazado por niños huérfanos que la guerra había dejado. Ambos reinos se empeñaron en ocultar la historia, fue tanto el temor que los reyes infundieron, que de pronto todos habían olvidado que alguna vez hubo dos princesas, tan diferentes entre sí que era casi imposible el hecho de que pudieran llevarse. Pero las leyendas surgen de los lugares menos esperados y fueron los más jóvenes quienes se encargaron de jamás olvidar a las princesas que por enamorarse no pudieron ver la luz del día otra vez. Sus nombres combinados se dieron a conocer como una declaración de rebeldía entre los padres e hijos aristócratas para dar a entender que jamás se casarían por conveniencia. Emma y Seuryh no serían olvidadas por tener el valor de demostrar su amor.

Fin

SemaryhWhere stories live. Discover now