Capítulo 10

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Voy danzando entre el temor a fracasar y el miedo a caer una vez más. Mis pasos son frágiles y temblorosos pero me logro sostener en pie. Esta ves el aire me toma entre sus brazos y me eleva hasta el infinito mientras me despierta de una pesadilla. De pronto todo vuelve a aparecer y a dibujarse ante mi rostro que busca entre tantas formas lo que aquel día perdí. Rostros desdibujados se tornan grises y la magia deja de existir. Una ráfaga de viento me despierta de nuevo y todo se vuelve a repetir...

Oscuridad, oscuridad, oscuridad.... Luz... Nunca imaginé que cosas tan simples como el cielo y los árboles serían tan importantes para mí. Cada casa, cada edificación, todo es un sin fin de colores y tonalidades distintas. Cada forma es única, diferente y especial cosa que antes no lograba percibir.

Después de la operación. Después de recuperarme y salir por primera vez, después de regresar a mi casa y encontrar todo como la última vez pero ahora más hermosa que nunca porque estoy en mi casa, en mi hogar y lo puedo ver. Puedo caminar y desplazarme de un lado a otro sin temor a caer o tropezar con algo. Ahora puedo observar todo de nuevo, cada flor, cada piedra, los autos al pasar, las sonrisas de mis padres y su felicidad. Puedo ver todo de nuevo y tengo una sensación extraña. A veces es como si hubiera despertado de una pesadilla y otras cuando salgo a la calle y ante mis ojos aparecen todos esos paisajes que siempre estuvieron ahí frente a mí lo que no los veía de verdad, siento como si esto fuera un sueño. Como si en realidad nunca hubiera estado ciega y sólo hubiera estado inconsciente o en una larga pesadilla.

En todo este tiempo tuve que retomar mi vida, la vida de antes de tener aquel accidente. Pero ahora es complicado y aunque parezca absurdo extraño a Mía que cada día me acompañaba a todos lados. Ella tuvo que empezar a trabajar en las noches, y los fines de semanas estudia. A veces viene y me visita pero ya no es lo mismo, ya no necesito de sus servicios como empleada pero si de su amistad. Cuando la vi por primera vez me sorprendió mucho. No la imaginaba así. Es una chica alta de cabello rizo y ojos muy brillantes. Para todo tiene una sonrisa, es admirable como se levanta cada día para luchar por sus hermanos y siempre se le ve tan llena de vida. En cambio yo al ver mi reflejo sólo veo un cuerpo trasparente y carente de sentido alguno. Necesito algo a lo que aferrarme. Antes estaba atada a la ilusión de ver y recuperar todo. En verdad me quería comer el mundo en cuanto recuperara la vista pero ahora en cambio sigo igual. Puedo ver la luz, puedo ver el sol y las estrellas pero no lo puedo ver a él. Él es mi luz, mi sol, mis estrellas. Daniel es mi todo y si no lo veo ante mí no puedo ver la belleza de todo lo demás. La última vez que supe de él me dijeron que se estaba recuperando y estaba asistiendo a rehabilitación porque tiene problemas para caminar. Él tampoco lo ha tenido fácil y lo ha pasado peor seguro creyendo que ya no lo quiero y que le di la espalda. Si supiera la verdad tal vez todo sería distinto.

Mientras camino por la acera con mi mano voy tocando las hojas de los arbustos a mi lado. Me gusta esta sensación de libertad, tomarme mi tiempo conmigo misma y perderme en mis recuerdos. Al terminar el asfalto llego a la hierba y a dos metros mas a la arena. Miro a los lados pero no veo a Clara. Ella y yo hicimos las paces y por fin le perdoné que me traicionara con mi novio en aquel tiempo. En realidad sólo éramos dos niñas jugando a amar, cosa que no sabíamos hacer ni de lejos. Es difícil entender las vueltas que va dando nuestra vida. Es como si a cada paso que damos frente a nosotros se fuera tendiendo un camino lleno de imprevistos pero cada uno con un rol importante y decisivo. Clara en el pasado me hizo daño pero ahora me tendió la mano cuando más lo necesité y eso borra todo lo que sucedió. Ahora somos amigas y eso es lo importante.

Mi mirada se pierde en el horizonte. El mar se extiende ante mis ojos con un azúl más brillante que nunca. El aire bate contra mi rostro y tengo que arreglar mi cabello varias veces.

Un olor familiar me sorprende. Esto es algo que me ocurre muy a menudo, percibo los olores aunque estén distantes pero esta ves es diferente. Este leve perfume me trae muchos recuerdos, algunos confusos y otros no tanto.

Una margarita se hace presente ante mis ojos y dudo un segundo en si voltear la vista o no. Me da miedo ver la persona que hay detrás de mí. Un miedo bueno.

—Por fin te encuentro...

Esa voz tan familiar me trae disímiles de sensaciones. Volteo lentamente la cara y una lágrima cae por mi megilla. Daniel está frente a mí extendiendo una margarita con su mano. Sus ojos están igual de llorosos que los míos. Me entran unas ganas repentinas de abrazarlo y lo hago. Corro y lo aprieto entre mis brazos. Siento por fin el calor de su cuerpo junto a mi rostro. Él suelta las muletas que sostenía a sus costados y me devuelve el abrazo.

—Perdón, perdón, perdón... —Imploro con la cara hundida en su pecho. Mis palabras salen en tono de súplicas.

—No Legna, no tengo nada que perdonar. Ya lo sé todo, no hay nada que debamos disculpar.

Siento como pasa sus manos temblorosas por mi cabello que se opone a estar quieto.

—Si, fue culpa mía... No me di cuenta que...que tenías problemas. Fui muy egoísta. Casi te obligué a ir a buscarme el día del accidente...

—No.. —Me toma el rostro entre sus dos manos y seca mis lágrimas con sus pulgares. —Gracias a ti no sucedió algo peor aquel día. Yo estaba muy deprimido, acababa de saber que era adoptado y eso me traía muy mal. Estuve a punto de drogarme. Me iba a drogar aquella noche pero tu llamada me salvó de ese mundo. Por ti dejé a un lado todo y fui a buscarte. No quise decirte que estaba triste, esa fue mi decisión. No fue tu culpa, a veces tomamos decisiones que traen consecuencias pero sólo son cosas que pasan.

Lo vuelvo a abrazar y estamos así unos minutos sintiendo el sonido del mar a unos metros de nosotros.

—¿Quién te dijo que estaba aquí?. —Le pregunto y se separa de mi unos centímetros.

En su rostro se dibuja una sonrisa. —A mi casa fueron dos chicas, Mía y Clara, ambas me contaron todo, desde las veces que fuiste al hospital hasta el tiempo que estuviste ciega.

—Ellas dos son increíbles.

—Lo se, gracias a ellas te pude encontrar. Creía que te habías ido para siempre aunque en el fondo siempre albergué esperanzas de que volvieras como prometiste aquel día.

Aparto la mirada y me quedo pensando unos segundos. —Ya no soy la Legna de antes, ella murió en aquel accidente...

—Yo tampoco soy el mismo pero hay una cosa que no ha cambiado. —Mis ojos chocan con su mirada y pone la frente junto a la mía. Siento su respiración muy cerca. —Sigo enamorado de ti, eso no va a cambiar ni con mil accidentes.

Levanta la mano que sostiene aún la margarita y la coloca a un lado de mi cabello que aún se mueve en el aire.

Tras observarlo un segundo y perderme en sus ojos azules al fin siento que regreso a la realidad. Somos dos personas que sienten algo tan fuerte el uno por el otro que no lo pueden controlar.

Lentamente nos vamos acercando y sus labios rozan los míos.

—En eso tienes razón, sigo siendo la misma Legna que está enamorada del chico de las margaritas. —Al fin como si esa fuera la respuesta a todo nos basamos como si no hubiera ocurrido nada. Somos los mismos de antes con vidas diferentes aunque con un amor igual de infinito...

Fin.

Y esta fue La luz de tu recuerdo. Espero que les haya gustado y si es así espero los comentarios. Chao :)

 Chao :)

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