Espérame

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Lo perdió

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Lo perdió.

Lo perdió cuando sus esperanzas estaban más arriba.

Lo perdió y no podía hacer nada para traerlo de vuelta.

El frío de su cuerpo se lo había confirmado.

Perdió a Kisaki, una tarde como cualquier otra, y se perdió a si mismo nuevamente.

Su mundo se volvió a teñir de gris.

Una parte de él, si no es toda se fue para nunca más volver, porque ya no hay rastro de vida en Kisaki que le diga que todo estará bien.

Ya nada puede estar bien para Hanma.

Porque ya no escucharía su voz, ya no miraría su cara. Ya nada sería divertido para él.

Las lágrimas sin falta cada noche podían comprobarlo.

Dormía solamente esperando poder soñar con él.

En sus sueños, Kisaki era Kisaki, pero seguía vivo. Sus sueños estaban llenos de vivos colores.

Pero todo terminaba cuando despertaba, y la tristeza lo llenaba.

Y el odio por Takemichi crecía más.

Lo odiaba. Le había arrebatado a la única persona que amaba y la única que llegaría a amar.

El también quería hacerlo.

Pero no encontraba fuerzas para intentarlo siquiera.

Él no era un genio, no podía idear estrategias como lo hacía Kisaki.

Solo dejaba de ser un inútil cuando estaba al lado del rubio teñido.

Kisaki le daba vida a su vida.

Se sentía bien siendo un peón.

Hanma quería destruir el mundo junto a Kisaki.

Le duele. No se molesta en negarlo, puede gritarlo si es necesario. Lo carcome la culpa, porque siente que pudo salvarlo. Porque cree que antes de que el otro muriera lo estaba llamando.

Las espinas se incustran en su cuerpo, y toman posesión de él.

Hanma no se siente en este mundo.

Está solo nuevamente.

La soledad se vuelve más dolorosa después de sentirse acompañado.

Y ya no puede más.

Han sido cinco largos años visitando su tumba, contándole la misma rutina de siempre.

Él es el único que va a visitarlo, y aunque se siente especial por eso, sabe que Kisaki no tiene a nadie más.

Él ya no tiene a Kisaki.

Hanma se corta el largo cabello que ha crecido con los años, toma su mejor ropa y sale del lugar donde vive.

Se dirige al cementerio y una vez más se sienta frente a la tumba de Kisaki.

Habla por unas dos horas, no de su día.

Hoy habla de sus momentos juntos. Desde que se conocieron hasta donde terminaron.

Recuerda la vez donde Kisaki, bajando la guardia, le pregunta porque lo sigue.

Y Hanma le dice que lo seguirá no importaba cuanto pase el tiempo.

A Kisaki le brillan los ojos por primera vez. Hanma cree que está feliz y eso hace que ría con fuerza.

Una vez terminada la plática se levanta y se despide de la tumba.

Esta vez es para siempre.

No planeaba hacer nada aquí. No perturbaría la memoria de Kisaki.

Toma camino por el centro de Tokio, recorre los caminos que tomaba con el de anteojos y sonríe sintiéndose libre, preparado para lo que viene.

Se encuentra con Takemichi y compañía, felices y riendo.

Ellos también se dan cuenta de su presencia y se tensan.

Pero a Hanma no podría importarle menos en este momento y pasa de largo sin borrar su sonrisa.

Siente las miradas en su espalda, pero él está más concentrado en llegar a su destino.

La noche cae, y Hanma llega a un viejo edificio abandonado.

16 pisos, perfecto para él.

Aunque la caminata por las escaleras es larga y sus piernas pesan, llega hasta la azotea.

Se toma su tiempo. Mira el suelo lleno de plantas por doquier, observa la cuidad llena de luces. No le es familiar, ya no.

Mientras tararea una canción, se sube a la pequeña pared de la azotea y mira hacia abajo.

Es alto, es bastante alto. Pero Hanma no tiene miedo.

Concentra su vista al sin número de personas que transita las calles, y parece que ve a Kisaki.

Está parado, quieto, vistiendo el uniforme de Tenjiku. Abre los brazos, esperándolo.

Hanma llora, feliz de verlo y que al final no lo haya abandonado.

Grita con todas sus fuerzas. Y no tarda mucho más en tirarse.

Antes de tocar el piso ya ha fallecido. Y por fin vuelven a verse.

Kisaki no duda en decirle que es un idiota, y Hanma no duda en abrazarlo mientras ríe.

Los colores vuelven finalmente, y se siente completo de nuevo.

Los colores vuelven finalmente, y se siente completo de nuevo

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