CAPITULO 26

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Aferrarse al amor es como tener una herida abierta en el corazón.

Me estremezco al escuchar ese nombre. La chica sonríe con emoción y simpatía aunque cuando sus ojos se posaron en mi pude percibir envidia en ellos.

¿Quién es ella?, y por qué mi suegra se sorprende y tensa al verla.

—Oh querida ¿Cómo estás?, años sin verte —dice mi suegra saliendo de su estupor.

—Igualmente señora Sara, años sin vernos ¡pero que bueno verla aquí y muy bien acompañada! —eso último sale con un recelo que me hace erizar la piel.

—A si, ella es mi nuera Gabrielle, es la esposa de ...

—Mathew Gomert, ya lo sé, las malas lenguas han regado la noticia de que el flamante Magnate de las industrias Gomert se ha casado con Su secretaria —el asco en su voz, la resolución y la poca apatía, me enoja, pero no digo nada.

La chica se sienta al otro lado de la mesa y empieza una entretenida conversación con mi suegra, ambas mujeres discuten de diversas cosas haciéndome a un lado en su conversación. Cansada y con un estrés que me tiene mal me levanto para irme.

—¡Gabrielle querida, a donde vas! —pregunta Sara con una sonrisa en su rostro. Frunzo el ceño.

—Por lo visto a encontrado excelente compañía, yo necesito que regresar a la empresa, tengo muchas cosas que hacer, que disfruten del almuerzo y tenga una bonita tarde. Con su permiso... —no la dejo ni siquiera que diga algo más, me marcho de aquel lugar completamente fastidiada por la recién llegada.

Es la primera vez que Sara me hace un desaire, y aunque esa chica sea una conocida no me pareció de buen gusto que me dejara aun lado ni siquiera me presento a la mujer de aura altanera, y por muy raro que suene, tengo el raro presentimiento de que hay una enorme razón para que no lo hiciera.

Al llegar a la empresa me distraigo acomodando algunos diseños y reorganizando la agenda de mi marido. La mayor parte del tiempo transcurrido me la paso de un lado a otro atendiendo llamadas y organizando tanto reuniones como eventos mensuales. Regresar nuevamente a mi rutica me hace sentir útil aunque el día de hoy me ha estado pasando factura y me encuentro completamente agotada tanto mental como físicamente.

Voy a llevarle unos informes a mi marido cuando el elevador se abre y de allí desciende aquella mujer, esa que me quito mi momento con mi suegra y que me miro como si fuese una rata de alcantarilla, una que ella puede pisar con sus altos tacones rojos de 15 cm.

—Buenas tardes, vengo hablar con Mathew, ¿se encuentra desocupado? —me pregunta sin ni siquiera osarse a mirar los ojos.

—En este momento se encuentra en un video conferencia, pero puede esperar a que termine —respondo sin mucha emoción.

—No tengo tiempo para esperar, dile que lo busca Laura Myers —Me le quedo mirando con intensidad, ver aquella mujer me trae muy mala espina pero quien soy yo para juzgar. Suelto un suspiro pesado y decido por interrumpir. Entro sin tocar, Mathew levanta su vista para mirarme pero vuelve a mirar la pantalla.

—Se lo difícil que es sacar a flote algo que está completamente destruido pero podemos invertir nuevamente y hacer de toda la construcción una maravilla que el público amara y... —dejo sobre la mesa el informe.

—Mathew... —el vuelve a mirarme y yo me hago señas para que apague el micrófono. —Te busca una señorita llamada Laura Myers —la sorpresa en sus ojos me hace arquear una ceja. Él no dice nada solo se disculpa y despide con una rapidez que me sorprende. El nunca deja el trabajo a un lado por nadie ni siquiera por mí.

UNA LUZ PARA VIVIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora