única parte

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Me encontraba arreglando los cuadernos de la uni en mi mochila mientras Mikasa me esperaba afuera en su auto para luego irnos a su casa a estudiar. En eso escuché a mi mejor amiga, con quien compartía el departamento, entrar a mi habitación.

—Oye, (t/n). Préstame encendedor, se me perdió el que tenía.— Ymir se cargó sobre el marco de puerta.

—Si, está en mi cajón.— Dije señalándole donde estaba. —¿Este es el quinto que pierdes en la semana?.—

—Ay si, es que no sé dónde los dejo o a quien se los presto.— Habló la pecosa mientras llevaba la llama a su cigarro, y luego de darle una calada volvió a hablar. —¿A dónde iras?.—

Con Ymir nos conocíamos de pequeñas, fuimos a la escuela juntas y hacíamos prácticamente cualquier cosa juntas y desde siempre quisimos estudiar en la misma universidad para ir a vivirnos juntas. Éramos muy cercanas después de todo.

—Donde Mikasa.— Respondí guardando las últimas cosas en mi mochila.

—Uhh, irás a conocer al hermano lindo.— Se acostó en mi cama apoyando su cabeza en sus brazos mientras me levantaba las cejas juguetona. —Más te vale llegar con alguna historia cochina.—

Reí ante el comentario de mi amiga, y negué con la cabeza.

—Ymir, no sé si te has dado cuenta, pero ese tipo me duplica en edad.—

—¿Y?.—

—Además se ve que es muy serio.—

Ymir soltó un bufido.

—Pero podría ser tu sugar daddy y así nos mantiene a las dos.— Me dijo mirándome con una sonrisa.

Rodé los ojos, agarré mi bolso y lo cargué en mi hombro. Abrí la puerta despidiéndome con la mano antes de salir y me encaminé en dirección donde mi amiga que me esperaba afuera.

Al salir del edificio me despedí del portero y cuando salí vi el auto negro deportivo de la azabache, me acerqué a su auto y abrí la puerta sentándome en el puesto del copiloto.

—Hola, bella.— Me saludó de beso en la mejilla y me sonrojé por lo cariñosa que a veces era conmigo.

—Hola. Traje todo lo que nos dieron, las guías y los libros, yo creo que con esto podríamos hacer el informe.—

—Ay (t/n), relájate un poco. La noche es para divertirnos, veamos películas y mañana a primera hora hacemos el trabajo, ¿te parece?.—

—Mmm, está bien.— Dije y Mikasa encendió su auto. —Por cierto, ¿vives muy lejos de aquí?.—

—Sólo un poco.— Rió un poco. —Vivo en las afueras de la ciudad.—

—Oh, ¿por eso siempre llegas tan tarde a clases?.— Asintió comenzando a conducir.

Ya es de noche y las calles sólo son iluminadas por los faroles. El camino fue un poco largo, pero me divertí contando cada auto que nos encontrábamos, cantando de la música que se escuchaba en el parlante y finalmente cabeceé un poco hasta quedarme dormida.

—Llegamos.— Dijo la azabache de fondo y me desperté frotando mis ojos. Luego de unos minutos habíamos llegado a su casa, mejor dicho, a su mansión de tres pisos.

—Mikasa, eres millonaria o que mierda.— Dije asombrada mientras salía del vehículo, y ella solo se limitó a reír.

Caminó a la entrada de su casa y la seguí mientras observada todo a mi alrededor, el jardín era bastante grande y había una gran cantidad de autos estacionados. Levanté la mirada, y en una ventana del tercer piso había alguien fumando apoyado de la madera mientras nos observaba entrar.

dancing with the demons | erejean Where stories live. Discover now