Capítulo 2.🔞

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(Podeís acompañar el capítulo con música sí os apetece nenes, disfrutad<3)

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Narra Conway:

Odio los días soleados.

El día comenzó con normalidad, siendo una mierda. Hoy sería la inauguración del Hotel "El Dorado". Ayer durante todo el día los capullos de Fred y Dan se la pasaron jodiendome la existencia, anunciando la notificación a cualquiera que veían, joder, en serio desearía darme un puto tiro.

Aunque mentiría si no digo que en verdad me da mucha curiosidad saber sobre las personas que hay detrás de ese famoso hotel, el porqué es tan famoso de repente, supongo que no es tan malo después de todo...

Me sacó de mis pensamientos los maullidos de Fénix.

Conway: Anda pequeño... ¿Tienes hambre?- lo cogí delicadamente en brazos y lo dejé a un lado del sofá

Me puse en pie y fuí por algunas latas de atún y agua para mi gato. Fénix es un pequeño gato que adopté; lo encontré hace dos meses, salí a comprar cigarrillos, pero olvidé mi razón principal de salir justo cuando escuché fuertes maullidos viniendo de un callejón, fue ahí cuando en una húmeda y sucia caja, junto a las papeleras llenas de basura, encontré a ese pequeño, sucio y hambriendo gatito de menos de un mes de nacido. No podía dejarlo ahí solo, aunque no lo parezca, me gustan los animales, siento que son lo poco bueno que queda en este mundo; no estaría mal intentar cuidar de una mascota. De hecho, desde que Fenix vive conmigo, evito fumar en casa, a no ser que el ande en la sala y me deje a solas en la habitacion. 

Su pequeña compañía hace que este gran hogar ya no se sienta solo. Su cálidez invadió cada parte de mi, llenó aquél vacio que había a traves de mi. 

Deposité el atún en su plato y el agua en el otro, con sus pequeñas patas venía corriendo desde el sofá, comenzando a comer de forma desesperada y haciendo ruiditos a su vez.

Luego de beber un café y tomar mi desayuno, cogí todas mis cosas, poniéndome en marcha hacía comisaría, para comenzar mi jornada laboral.

El tráfico siempre a esta hora es un asco, las putas 7 de la mañana tío...

Llegué luego de unos minutos a comisaría, todo parecía normal, hasta que me acerqué a los vestidores... ¿Acaso hay fiesta y no me invitaron?

Se escuchaba música, sí es que así se puede llamarle a esa mierda; leves luces de colores salían por bajo de la puerta.

¡Me vaís a escuchar anormales!

Abrí la puerta de golpe.

Dios dame fuerzas para que estos capullos no me maten de un chungo...

Las luces estaban apagadas, pero sólo con las leds de colores era más que suficiente para ver como Gustabo y Horacio bailaban sobre unas sillas, sólo en ropa interior, todos los oficiales y alumnos rodeándolos mientras bailaban al ritmo de la música.

Gustabo: ¡Te lo paso, te lo paso!- hacía movimientos raros con sus manos

Horacio: ¡Vamos!- gritó moviendo las manos en el aire- ¡Al ritmo de las palmas, que se escuche!

Sin encender las luces, cerré la puerta y saqué la porra.

—¡Eh, Eh, Eh!— aplaudían al ritmo de la canción

Encendí las luces.

Conway: Con que fiesta sin papi eh... ¡Ahora os mato par de capullos!

Todos salieron corriendo, botando a Gustabo de la silla, unos salieron por la puerta principal, otros corrieron a las duchas y baños.

Mi buen amor.- HuntwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora