Caminaba por una calle estrecha, de esas que te engullen en cada pisada. El silencio era la fuente de mi miedo. Pero a lo lejos sonaba un tango que lloraba por amor y reía por compasión y, sin embargo, no tenía letra. Mi taconeo acuchillaba a la noche tranquila, que empezó a sangrar de vida. A medida que me iba acercando, el piano sonaba cada vez más fuerte haciendo vibrar mi pecho. La luz de la luna dejaba ver el color rojo de mi vestido, que burlaba al viento ocasional con la abertura que tenía cerca de la pierna derecha. Tenía el cabello recogido en una trenza, pero la desaté…
Me encontré el lugar que ofrecía el tango con sabor a viejo. Y me asomé y no había absolutamente nadie, sólo un hombre tocando aquel piano de sonido absorbente. Me acerqué, me puse junto a él en la banqueta y paró de tocar. Cerró los ojos y apartó sus blanquecinos y largos dedos de las teclas. El silencio se hizo de nuevo, nuestras respiraciones sonaban entrecortadas y, de improviso, como si la noche llegara a su fin, todo se oscureció. A la mañana siguiente, el periódico “lloraba” por una chica que al escuchar un viejo tango encontró su desgracia.
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KAMU SEDANG MEMBACA
Una calle y un tango
Cerita PendekUna joven pasea por la calle y escucha las notas de un viejo tango