CAPÍTULO 2

1K 84 7
                                    

 

Bajo del auto, y saludo a mi madre. Una sonrisa fingida se coloca en mi rostro. Fingir se ha vuelto en un trabajo de tiempo completo, tanto que me he convertido en una profesional. 

Camino con mi dolor a cuestas. Miles de voces a mi alrededor. Las callo a todas y me abstraigo en mi mundo, al menos eso intentaba. Sin embargo, nunca nada es como uno lo desea. A pesar de que siempre procuraba pasar desapercibida, sabía que esa estrategia no serviría de nada. Él siempre me veía.

─No puedo creer que aún tengas el coraje suficiente para venir, adefesio. ─En realidad no lo tenía. Era una reacción automática. Levantarme, asearme, vestirme, desayunar, venir a la escuela, recibir sus insultos. Al principio fue él quien comenzó con los sobrenombres y las bromas, luego se le unieron unos cuantos más. Cuando solo era él quien me insultaba podía soportarlo, podía hundirme en mi mundo y desaparecer. Cuando fueron él y su grupo ya no pude sino escapar… Pero siempre me encontraban.

Traté se seguir caminando, traté de esquivarlo, simplemente era imposible. Él era mucho más grande en comparación a mí.

─¿Acaso la grasa te quemó el cerebro gorda cerda? ─Sus palabras quemaban más de la cuenta.

Mi tortura había comenzado hacía cinco años. En ese tiempo me veía prácticamente del mismo modo que ahora. Nunca fui delgada, nunca fui linda, nunca fui popular; sin embargo, fui elegida como el blanco de sus burlas. No sé por qué empezaron, nunca lo supe y ya nunca lo sabré. Quizás estuve en el momento equivocado, en el lugar equivocado.

 Dejé que se descargara con todo lo que quisiera decirme. Solo resistí.

Una vez que se cansó de llamarme desde “patética gorda imbécil, hasta pequeña y asquerosa criatura”, esperé a que se alejara y corrí desesperadamente hasta el baño. 

La víctima en mí ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora