Dos lágrimas.

56 3 3
                                    

Una melodía suave comenzó a sonar en los pasillos de un hospital abandonado, debajo de una de las camillas de este hospital se encontraba un hombre con camisa verde, el cual estaba mordiendo su labio inferior para calmar sus nervios, los cuales estaban a mil.

Una respiración agitada se escuchaba a varias habitaciones de distancia, sumado a esto se oían pasos lentos y ruidosos, los cuales pasaban de sala en sala en sala, y poco a poco se acercaban, asustando cada vez más a aquel hombre, el cual apretaba con fuerza su antebrazo, intentando detener el sangrado producto de una mordida, la cual había arrancado parte de su piel y carne.

-Donde estas?.-Pregunto una voz burlona, la cual estaba consciente de que su objetivo se encontraba en aquella zona.

"Como vine a parar en un hospital abandonado?"

No era un hospital abandonado, no era un puto hospital abandonado, era un hospital totalmente funcional, el cual había sido desalojado de personal por aquel hombre que lo perseguía, tal y como un felino, acechando, esperando el momento exacto para atacar. La electricidad del edificio había sido cortada, al igual que las personas que se encontraban ahí.

Leves risas comenzaron a escucharse.

-Sigo siendo mejor asesino que tu.-Sentencio aquella voz burlona mientras se mordía el labio por la excitación que le provocaba sentir el miedo de su presa, la cual salio debajo de la cama y se preparo para golpear a su atacante nada mas verlo. Y asi fue, una vez que este derribo la puerta de un golpe, Nezu lo recibió con un golpe directo al rostro, el cual lo hizo retroceder. Ante esto, aquel ser de ropa negra se reincorporo y se abalanzo sobre su objetivo, el cual puso sus antebrazos en frente de el, intentando cubrirse de un golpe a su pecho, el cual se desvío e impacto en su frente, rompiendole el cráneo, y destrozando su cerebro, el cual atravesó con su mano y posteriormente revolvió como si de una masa para galletas se tratará.

En sus manos se encontraba la escencia de los sueños, la sangre del protector de la felicidad, un hombre tan alto, fuerte e intimidante que podría considerarse invencible a simple vista, sus puños eran tan fuertes como para romper varias tablas, y su técnica era algo incomparable en el bajo mundo de las luchas.

-Los sueños no son eternos, la muerte si.

Fue la frase que repitió varias veces aquel ser mientras arrancaba pedazos de los órganos vitales de su presa intentando encontrar esos "Sueños" para poder experimentar una sensación nueva, algo más allá del placer que le provocaba el dolor ocasionado por heridas letales. Una vez termino de probar su corazón, entendió que aquello que la gente llamaba "Sueños" no era nada más que una farsa, al igual que la fuerza de aquel hombre que se presumía como alguien invulnerable.

La sensación de felicidad inundó su ser, acaba de arrebatar una vida, y de sentía tan placentero como la primera vez que lo hizo.

Definitivamente hay cosas que nunca se dejan de disfrutar.

Una vez cumplió su cometido, aquel comenzó a caminar en dirección opuesta a lo que quedaba de Nezu, acercándose poco a poco a la oscuridad del pasillo, adentrándose en ella, y finalmente desapareciendo, solo dejando un rastro de muerte a dónde quiera que fuera.

Una vez desalojo el edificio, las farolas de la calle se apagaban a medida que este ser avanzaba, sus pasos largos y pesados se hacían oír en el silencio de la noche, dónde un hombre se encontraba fumando un cigarro.

-Supongo que no haz venido a conversar.

-El señor Hayami lo quiere muerto, comisionado.

Tras pronunciar aquellas palabras aquel ser comenzó a reírse desenfrenadamente, como si fuera el día más feliz de su vida, y como una hiena hambrienta a punto de atacar a su presa, jadeo de satisfacción, para posteriormente abalanzarse

Lágrimas de sangre: Asociación Kengan.Where stories live. Discover now