Si despierto, estarás allí.

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Había días donde abrir los ojos era particularmente difícil, pero siempre terminaba haciéndolo de una manera u otra.

La vista de su pareja apenas abría los ojos en realidad mejoraba mucho las cosas.

Parpadeó lentamente e hizo un esfuerzo por levantar su mano, colocarla sobre la cabeza de su alma gemela y acariciar su cabello tanto como le permitían sus dedos entumecidos. Su garganta seca dolía, y se sentía completamente pesado, acostado sobre la cama de la enfermería de la escuela y comenzando a sentirse un poco molesto. Él no era de los buenos y complacientes pacientes.

La cabeza bajo su mano se movió rápidamente, y su mano cayó sobre el colchón sin fuerzas. Los ojos grises estaban muy abiertos mientras lo miraban fijamente, el rostro tan pálido que parecía enfermo, y sonrió levemente.

—Hey— susurra, solo para terminar haciendo una mueca cuando el dolor en su garganta aumentó.

—¡No hables, no hables!— Lucius se levantó de un salto de la silla donde estaba sentado y sostuvo un vaso de agua con un sorbete frente a él, que bebió agradecido. Lucius estaba frenético mientras llamaba a Poppy—. Está bien, Severus, no hables, te lastimarás más...

Cuando terminó el vaso de agua, Poppy llegó y comenzó a revisarlo, comentando que estaba feliz de que aún estuviera con ellos, y muchas cosas más sobre sus heridas y cuidados que simplemente no prestó atención, porque Lucius estaba a su lado, tomándole la mano y mirándolo con esos ojos grises que tanto le gustaron desde que los vio por primera vez. Lucius estaba completamente agotado, aún más que desde que lo vio luego de que escapara de Azkaban, y es increíble lo poco que se parece al Lucius tan seguro, confiado y poco afectado que alguna vez conoció. El Lucius que está viendo ahora se parece por completo a otra persona, alguien parecido, sin llegar a ser Lucius Malfoy por completo.

Poppy se va luego de dar algunas indicaciones a Lucius, y ambos se sumergen en un silencio cómodo, donde se permite mirar a Lucius sin vergüenza, y Lucius se encarga de acariciarle la mano, el cabello, acomodarle las sábanas alrededor de su torso, o besarle los nudillos con suavidad, como si fuera a romperse en cualquier momento. Sus ojos son pesados, pero tiene miedo de cerrar los ojos y no abrirlos jamás, porque se siente como si así fuera. Se siente como si su siguiente respiración fuera la última, y sinceramente no quiere morir.

—Lucius...— Lucius se ve alarmado cuando habla, pero parece calmarse cuando ve que no parece tan doloroso como antes—. Lucius...

—Dime, Severus— Lucius se inclina hacia él, atrayendo su silla tan cerca como la cama y su cuerpo delgado le permite, y Severus se siente sonreír con cansancio.

—Estoy cansado, Lucius— susurra, cerrando los ojos y apretando levemente la mano de Lucius—, pero... tengo un secreto— Lucius se tensa, él puede sentirlo con facilidad, y sabe que tienen mucho de qué hablar, que tiene mucho que explicar y espera que Lucius quiera escucharlo y perdonarlo, pero ahora, siente que no tiene tiempo.

—No ahora, cariño.

Severus sonríe tontamente por el apodo, y culpará por completo a las pociones que Poppy le dio para el dolor.

—Tu cara siempre me pareció— toma un respiro profundo, antes de entreabrir los ojos y tratar de enfocarse en el rostro de Lucius— estúpidamente perfecta. Quería golpearla la primera vez que te vi.

—Te amo— suelta Lucius con una risa, y de repente se siente muy despierto y consciente. Lucius también parece sorprendido, pero luego se ríe, se ríe y no deja de reírse, hasta que las lágrimas están bajando por sus mejillas—. Maldición, Severus, te amo.

—¿Has tomado una de mis pociones...?— mira fijamente a Lucius, quien niega con la cabeza mientras sonríe tan grande y cariñosamente que duda que el hombre esté realmente sobrio.

—Nunca pensé que iba a ser tan liberador decirlo en voz alta— Lucius ríe un poco más antes de levantarse lo suficiente de su silla para besarlo en los labios—. Lo lamento, interrumpí tu secreto.

—Sí, lo hiciste— cuando Lucius estaba por alejarse, lo retuvo con una mano en su brazo—. No te alejes.

—Nunca— la respuesta suena instintiva cuando Lucius la dice, y sonríe.

—También te amo, por cierto.

—Lo sé.

—Ese era mi secreto— suspira, soltando el brazo de Lucius y sintiendo cómo el cansancio lo golpeaba nuevamente, esta vez con más fuerza—. El que aún no sabías, supongo.

—Había indicios en los recuerdos que le mostraste a Potter— Lucius besa su frente y vuelve a su propio asiento—, pero es muchísimo mejor escucharlo en voz alta, por supuesto. ¿Puedes repetirlo, por favor?

—Púdrete, el momento ya ha pasado— sus ojos se cierran esta vez, sintiendo las caricias en su cabello y dejándose calmar. Unas horas de sueño no le vendrían para nada mal, o tal vez unos días.

—Duerme, Severus— susurra Lucius—. Estaré aquí cuando despiertes, y luego tendremos mucho tiempo para hablar.

Sonaba bien, tener tiempo. Y no el tiempo contado que Dumbledore le dijo que aprovechara, cuando el Señor Oscuro había sido casi derrotado hace tantos años, no. Este tiempo, el tiempo que Lucius afirma que ambos tienen, es de verdad. Es tiempo más que suficiente para que muchas cosas sucedan, para que muchos secretos se descubran, para que muchos años pasen, tal vez décadas y décadas de tiempo, sin tener que esperar que caiga el otro zapato y el tiempo se acabe en cuestión de segundos.

Cuando conoció a Lucius Malfoy, Severus no tenía idea de lo que eran las almas gemelas, y no entendía para nada por qué el adolescente si quiera le dirigía la mirada, ni por qué había días donde, sin ninguna razón, se encontraba pensando en él. Sin embargo, sin importarle si eran o no almas gemelas, Severus sabía que se habría enamorado de Lucius tarde o temprano.

Lucius Malfoy era falso, amable, cordial y un digno heredero de una poderosa familia sangrepura. Lucius, el amigo de Cissy y de Severus, era molesto, sádicamente divertido y un completo idiota cuando lo quería. Sus ojos grises atrajeron a Severus desde el primer día, y mientras siempre supo que Lucius era hermoso, cuando llegó a esa etapa de su adolescencia, era imposible negar que sentía algo más que simple amistad con él.

Fue, aunque sabía que Lucius la odiaba, Lily quien le contó sobre las almas gemelas, antes de que su amistad se arruinara. Y mientras escuchaba de Lily cómo decían las historias que se sentía conocer a tu alma gemela, Severus se dio cuenta de muchas cosas, para bien o para mal, con respecto de su relación con Lucius.

Pero ahora mismo, cuando Severus caía en un sueño tranquilo mientras Lucius le tomaba la mano, con la promesa de que estaría allí cuando despertara y de tener tiempo, Severus pensó que no importaba el pasado.

Porque Lucius estaba a su lado, a pesar de todo, a pesar del tiempo y a pesar de que tal vez no se lo merecía. Lucius siempre estuvo ahí.

Me recuerdas a alguien [Snucius]Where stories live. Discover now