Capítulo único

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Aquel reencuentro se sentía como la primera vez que se conocieron. Sin embargo, solo habían pasado meses.

Meses que los dividían de aquel día en donde vencieron, a cambio de la muerte de sus compañeros.

Si bien se sentía bien saber que este calvario acababa, ambos sabían que uno nuevo comenzaba.


¿Qué sentido tenía ganar la batalla si solo quedabas tú para disfrutar la victoria?


Los demás pilares habían fallecido. Varios cazadores inocentes se sacrificaron por ellos.

En aquel campo de batalla habían dejado mucho más de lo que creerían. Habían enterrado a sus despedazados corazones.

Con la voz en forma de susurros, el pelinegro le permitió entrar a la residencia, ofreciéndole té. El albino se negó silenciosamente.

Ellos habían cambiado.



Sanemi había perdido su tan característica personalidad irascible. Con los únicos demonios con los que luchaba ahora eran sus demonios internos. La culpa, el arrepentimiento, la necesidad de dejar este mundo.

Por otro lado, Giyuu dificultosamente sostenía una conversación. Su capacidad de entablar alguna relación se había reducido a cero y por lo tanto, solo convivía con él mismo y sus desconsolantes recuerdos.


-Te agradezco por haber venido, Shinazugawa- Dijo con un tono de cansancio- Creí que no vendrías.



Lo cierto era que Sanemi también hubiera creído lo mismo.

¿Cómo era posible que, de un día para otro, en medio de sus sesiones de alcoholismo, un cuervo negro se presente en su jardín?

"Que nostálgico" Rió levemente mientras escuchaba al cuervo Kasugai chillar sobre la invitación del Pilar del Agua días atrás. Ni siquiera era el suyo, simplemente era uno de los pocos cuervos que quedaban entre los escombros de la organización. Ahora simplemente eran utilizados como mensajeros frívolos.

Sin embargo, allí se encontraba él, parado estúpidamente sobre la residencia del pelinegro mientras observaba como una gigantesca tormenta se creaba en el cielo. Todo simplemente por la inutilidad que Giyuu poseía a la hora de utilizar su mano izquierda para cortar su cabello.



-¿Por qué no pediste la ayuda de alguien mas?- Frunció el ceño, recordando su olvidada costumbre de ser antipático.



Sin embargo, la mirada que el antiguo Pilar de el Agua le dedicaba hablaba por si sola.


Ya no quedaba nadie más.


Y mientras observaba el brazo mutilado del contrario, Sanemi solo deseaba escapar de ese lugar. Escapar de todo lo que le recordaba a la victoria que tanto buscó.

La situación en la que ambos se encontraban era difícil y vergonzosa. Muy probablemente jurarían que ese sería su último encuentro, porque ninguno de ellos se emocionaba al encontrarse con el otro.

Sanemi siempre lo había odiado, y Giyuu solía buscar remediar la situación. Pero ahora que ambos habían perdido todo, ¿Qué sentido tenía hacerlo? No había nadie más para motivar al contrario. No había nadie más que ellos, y eso los desesperaba.

Después de la tormenta || Kimetsu no Yaiba / Demon SlayerWhere stories live. Discover now