Capítulo 1

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«De esta, cambio»

Volví a mentirme. ¿A quién pretendía engañar? No había cambiado en absoluto en todo este tiempo. Y aquí estaba yo a las cinco de la mañana, escondida en en jardín de su casa porque su madre se había despertado y Jake y yo no pudimos echar un polvo.

No, Jake no es mi novio en absoluto. Jake es otro en mi interminable lista de errores.

«Si es que eres tonta. Y tú sola te metes en estas situaciones»

Volví a regañarme mientras no dejaba de mirar a mi alrededor, asegurándome de que nadie me viera. Aunque en cierto modo, el capullo se merecía que me vieran por lo que me había dicho justo antes de esconderme.

¡Tenía novia! El muy indecente me había mentido y no quería que su madre lo pillara con otra chica en casa. Además eso, que aún vivía con sus padres. Había estado a punto de acostarme con él y, ¿Por qué? Yo os lo diré: Pura curiosidad. Él y yo nos conocíamos de toda la vida, pero hacía mucho tiempo que no nos veíamos.

Quedamos, fuimos a tomar algo, y vi la oportunidad de echar un polvo sin compromiso, pero al parecer sí había compromiso: Su novia.

Mi mente no dejaba de decirme que huyera de ahí, que dejara de ser una patética, hasta que al final, en un impulso, tomé la buena decisión. Me coloqué la chaqueta, los zapatos y me escabullí rápidamente de ahí. Eché a correr calle abajo, alejándome todo lo posible mientras sacaba el teléfono y llamaba a un taxi. Quizá no habría tenido sexo, pero sin duda había habido acción.

Veinte minutos más tarde, pelada de frío y la resaca comenzando a surgir, el taxista llegó y le di la dirección de mi casa. Otro quince eternos minutos más tarde, al fin llegué. Entré, me desvestí mientras resoplaba, una y otra vez, por mi horrible y desastrosa vida sentimental.

Además de tener un radar para hombres nefasto.

Revisé la hora en el móvil y descubrí lo desgraciada que era.

—Estupendo. Hora de ir a trabajar —resoplé y me arrastré hacia la ducha.

Supongo que esta es la parte en la que os hago un resumen sobre mi vida.

Pues ya os digo que no hay mucho que saber. O nada que valga la pena.

Mi nombre es Nedra Vernon y tengo veintitrés años. Bueno, quizá tengo veintitrés desde hace un par de años, pero no se lo digáis a nadie. Llevo un poco mal lo de cumplir años, desde siempre.

Soy un desastre de persona. La palabra «organizada» no entra en mi diccionario personal. Un lobo solitario, apenas salgo con los pocos amigos que tengo, por no decir ninguno; prefiero quedarme en casa tirada en el sofá. Una introvertida que vive en los libros, habiendo creado un nivel de expectativas altísimo en cuanto al amor, pero que no pierde la esperanza de encontrar a ese hombre perfecto que en tantas historias ha leído.

Aunque la verdad, tampoco ha sido nunca mi fuerte. Una romántica empedernida sin fortuna. No es que no lo haya intentado, creedme que lo he hecho. Ya he perdido la cuenta de cuántas fatídicas citas he tenido intentando encontrarle, pero todos terminaron siendo un poco... ¿Cómo decirlo? Especiales.

Y tampoco es que no haya tenido relaciones antes. Lo he hecho.

Bueno, si se le puede considerar relación a acostarte con un antiguo profesor de la universidad durante siete meses y que luego, cuando crees que estáis saliendo, le pillas en la cama con otra.

Como sea.

Mi otra única relación, y verdadera, fue a los quince. Un primer amor, ¿No? Estuvimos dos años juntos, increíbles, pero éramos unos críos. Primeros besos, primer sexo, primer regalo de San Valentín... Todo lo que harían un par de adolescentes enamorados. Y él era estupendo, pero como siempre dicen: El amor adolescente no siempre es el indicado.

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora